𝟏𝟏. 𝐔𝐧 𝐫𝐨𝐛𝐨

4.3K 246 126
                                    

|EVE|

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

|EVE|

Aquel domingo decidí levantarme más temprano de lo normal, abandonando la pereza con la que combatía día a día. Desperté gracias a la alarma y con la ayuda del cantar de las aves que solían ser enormes madrugadoras.

El natural canturreo de esos animales fue acompañado por un increíble amanecer que no pude evitar plasmar en las hojas de mi bloc utilizando algunas acuarelas.

Mientras dibujaba en un rinconcito de mi balcón, en soledad y con el sol golpeándome la cara; disfrutaba de una taza de té, un poco de macedonia y una tostada integral con aguacate y pavo. Habitualmente no disponía de tanto tiempo para desayunar algo más elaborado que un bol de cereales o un sándwich, porque mi poca fuerza de voluntad para madrugar, me robaba demasiado tiempo por las mañanas como para prepararme algo superior.

No obstante, ese día cambié mi rutina con mucho gusto. Necesitaba una buena fuente de energía, iba a tener que almacenar fuerza también y cargar las pilas para enfrentarme a un domingo lleno de encargos por realizar, acabar y entregar.

Para mí era una fortuna tener una masa de pedidos, ya fuesen portadas, ilustraciones o iconos para algunas cuentas. Todos los trabajos me ayudaban a crecer y a sentirme realizada. Cada una de las personas interesadas en mi trabajo me daban pequeños impulsos que me acercaban cada vez más a la meta. Porque todos y cada uno de esos pedidos aumentaban la fe ciega que tenía puesta en que algún día mi sueño de vivir del arte se cumpliría.

Al parecer la suerte comenzaba a estar de mi lado y todas esas plantadas semillas, de esfuerzo y constancia, estaban dando sus frutos. Gratificante se quedaba corto para definir lo que estaba experimentando con mi evolución y ligero éxito en el ámbito.

—¿Eve? —la extrañeza se palpó en el tono de voz de la castaña que irrumpió en el balcón—. He oído ruidos y creía que eran las palomas de nuevo.

—Me temo que no —sonreí—. Aunque ya han aparecido un par, las he tenido que echar a gritos para que no anidasen en mi desayuno.

Bufó con diversión y ligeramente molesta; estaba harta de esas aves sucias y okupas de balcones. Se apropiaban de ellos y expulsaban heces repugnantes en las barandillas que luego era un suplicio y asco poder limpiar.

—¿Qué haces despierta tan temprano? ¿Te ha dado el venazo de ser una chica productiva?

Le devolví la mueca alegre que su rostro mostraba.

—Tengo varios pedidos por entregar, también algunos por terminar y otros que ni siquiera he comenzado. Quería avanzar algo antes de volver mañana a clase.

—Genial, cariño. Yo me voy a ir yendo al bar —alcanzó mi tostada y le dio un pequeño bocado, después levantó el pulgar para darme el aprobado—. Despierta a tu hermana en un rato y os venís al bar, quiero que haga los deberes allí para revisarlos.

𝐔𝐧 𝐁𝐞𝐬𝐨 𝐈𝐧𝐞𝐱𝐩𝐞𝐫𝐭𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora