El Nirvana de los Mares (Kacchako)

꧁Cap. 34꧂

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Las horas pasaron y con ello los días y las semanas desde haber sido capturados y extraídos de sus raíces como una planta quien ha sido arrancada de la tierra para ya nunca volver jamás a su hogar.
Aquellos días más que cualquier otro pasaron tan agonizantemente lento para ambos reyes que la noción del tirmpo se volvio confusa con solamente Rody para comprobar que en serio había pasado otro día de aquel martirio que parecia eterno pero, a la vez, tan constante y sin detenerse hasta cumplir ya dos meses en altamar casi culminando el tercero acercándose inevitablemente al mundo humano.

En todo ese tiempo, Rody se había fugado cada noche para traerle comida y agua a ambos reyes y traerle el tan conocido pan francés a su princesa que es el remedio de sus malestares matutinos.

También, Uraraka comenzó a reflexionar sobre la muerte de su mejor amigo y de la sirena que escribió aquella canción que expresó sus sentimientos que tenía hacia el rey, llorando algunas veces durante la noche por la pérdida que alguien que lo consideraba más un hermano que un guardía. Alguien que con su mano y su espada formó gran parte de quien es ahora Uraraka Ochako.

Katsuki en cambió, odiaba tanto a su hermana para haberle hecho esto a ambos, especialmente a su joven reina, pero, la odiaba aún más por sus visitas constantes cuando Uraraka dormida plácidamente. A veces odiaba a si mismo por permitir que pasará eso a sus espaldas, permitir que ella juegue con él e insulte a su reina sin que él pueda hacer nada al respecto.

Pero, aún así se habían mantenido unidos y juntos dándose fuerzas a si mismos para mantenerse completos y si alguna pieza de ellos caía, el otro se encargaba de reparar aquella parte pérdida y con Rody a su lado, con sus aires despreocupados y sus palabras tranquilas, habían logrado permanecer firmes por el aire fresco de alguien que había llegado a sus vidas en el mejor instante.

En este momento, Pino vigilaba la puerta mientras Rody se pillaba algunos de los alimentos que el cocinero había hecho para la cena.

Se había vuelto experto robando comida para Uraraka y Bakugou desde que le había tomado cierto cariño a ambos reyes. Tal vez... como la familia que nunca tuvo.

Por ser menor que el rey este lo trataba casi como un hermano menor cuando estaba cerca de él, le daba consejos y los escuchaba y lo alentaba cuando estaba demacrado y la reina, aunque era menor que él, le hacía ciertos cariños cuando estaba triste o estresado, le daba palabras dulces y sonrisas calmas cada vez que se encontraban en ese estado. A veces pensaba que lo trataban como un pequeño niño con el cual velar por su bienestar y entregarle su cariño ya que eso veían en él, un joven niño el cual no tuvo una infancia felíz y necesitaba el más puro y cariño y atención.

A veces se avergonzaba al pensar así de ellos pero otras veces... le agradaba pensar por fin tener a alguien con quien apoyarse otra vez y quien llamar familia y en cuanto desearía que sus hermanos conocieras a esa pareja para que ellos también se sintiera queridos por ellos.

De pronto Pino comenzó a revolotean alrededor de él llamando su atención apuntando a una sombra que se acercaba a la cocina en silencio y rapidez casi como un fantasma.

Si lo descubrían robando comida, el castigo sería severo y doloroso, entonces haciendo maniobra y media terminó escondido en un barril de pescado oyendo como alguien ingresaba a la cocina y se detenía en medio de esta.

-Rody, sal de ahí- la voz de Himiko le heló la sangre al castaño haciendo que sin más remedió saliera del barril haciendo que soltara unas cuantas carcajadas al verlo.

-¡Ahora hueles como la comida asquerosa de las sirenas, pescado muerto!- Rody al igual que Pino se sonrojaron por la vergüenza mientras Himiko dejaba de reír y tomaba una postura más seria y dura.