꧁Cap. 39꧂

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Solo sus pasos resonaban en aquellos pasillos oscuros y carentes de gente con sólo el brillo de la luna para alumbrar su camino a los calabozos del rey Uraraka, donde el rey del Nirvana reposaba cautivo de su libertad.

Izuku seguía a Rody en completo silencio sintiéndose un poco nervioso por la situación en la que se encontraba y más por el ambiente en donde se encontraba.

Al principio pensó que su prometido sería algún sirviente o guardía de aquel lugar pero, al comenzar a bajar hacia donde seguramente se encontraban las catacumbas bajo el castillo, comenzó a pensar que este sería alguien más enigmático o incluso peligroso de lo que pensaba ya que en ese lugar solo se encontraba el calabozo y la sala de torturas y castigos para los presos y eso solo lo alteraba cada vez más.

Tuvo que retener una arcada al oler el olor a pestilencia de aquel lugar y un grito al ver correr ratas en aquel lugar asqueroso y tétrico. ¿Quién sería el dichoso prometido de Uraraka para encontrarse en aquel horrible lugar?

—Este lugar es muy diferente a lo que usted conoce, ¿no es así, príncipe?— intentó hacerle platica a Izuku mientras Pino comprobaba por lo pasillos que tomaba que nadie venía a su lugar.

—No... No esperaba que el prometido de Ochako este en este lugar— se encogió en su lugar al oír el duro golpe y un grito atroz en algún lugar de aquellos pasillos interminables —En mi reino no hay una cosa así como esta bajo nuestro castillo.

—En este lugar solo se trae a los traidores a la corona y los maleantes más peligrosos y atrozes del reino de Yūeii para hacerlos sufrir por su pecados antes de ejecutarlos de las formas más horribles posibles pero... todos ellos palidecen y temen a aquel que es el prometido de Ochako. La criatura más bestial y descomunal disfrazada de humana.

—He oído algo así antes que viniera a este reino— dijo Izuku tomando de pronto una pose pensativa —¿Acaso será aquella criatura que se supone hizo de un infierno la vida de Ochako? Pero, ¿como puede ella hablar tan dulcemente de él a pesar de lo que le hizo? Es imposible, es impensable. ¿Acaso la hechizó o algo así? No... lo dudó mucho, pero esa criatura por algo se encuentra en este lugar, algo le hizo a Ochako para estar aquí, incluso cuando escuchó lo que le había hecho, quize rebanarle el cuello yo mismo pero, Ochako parece quererlo mucho, demaciado a mi parecer, ¿Quién realmente es el rey del Nirvana de los Mares para que una bella criatura como Ochako lo ame...?

—Es exactamente lo que me pregunte al principio— hablo Rody cortando la habladuría de Izuku —Pero lo entenderás cuando lo veas.

De pronto, llegaron a un pasillo donde en el fondo se encontraba una gran puerta de metal reforzado con sólo una pequeña ventana para comunicarse del otro lado.

Izuku tragó duró al escuchar aquellos gritos y golpes que había estado oyendo durante todo ese rato que se encontraba aquí provenir de ahí y estaba aterrado al ver lo que se encontraba del otro lado.

Pino fue el primero en volar atra vez de la pequeña ventana de barrotes pasando con un poco de dificultad, encontrando a Katsuki golpeando brutalmente la pared de roca al lado de él desangrándose los nudillos por la fuerza y la furia con lo que lo hacía, gritando de vez en cuando por la frustración y dolor al no encontrar una manera de salvar a Ochako como se lo había prometido. No quería fallarle de nuevo, desepcionarla con promesas falsas y nuevamente fallarle por su incopetencia que desde un principio los había metido en esta situación y si eso llegara a suceder, que no pudiera rescatar a su amada y que ella se casará con otro hombre que no ame y pasara el resto de su desdichada y rota, resiviría a la muerte como una buena amiga y se iría con ella como castigo de haberle fallado a su reina... Por haberle fallado como un incopetente e inútil como él.

El Nirvana de los Mares (Kacchako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora