꧁Cap. 37꧂

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En las oscuras y frías catacumbas bajo el castillo de los Uraraka, la Teniente del Sur caminaba con paso infantil a través de los pasillos solamente alumbrados por pequeñas antorchas que eran tratadas por la inmensa penumbra. Un lugar perfecto para las torturas atroces que le rey Uraraka le había dado a su hermano.

Estaba emocionada y no podía negarlo. No había tenido la oportunidad de presenciar alguna de sus torturas desde que habían arrivado a Yūeii, demaciados cosas nuevas con que tratar al ser la nueva general de la guardía real de la princesa. Pero ahora que todo estaba en orden, podía darle una visita rápida a su preciado hermano gemelo y de pasó verlo sufrir como ella había sufrido cuando fue expulsada del Nirvana.

"Ojo por ojo y diente por diente, mi querido hermanito"

De pronto gritos atroces de dolor y sufrimiento junto con rugidos animales se escuchaban en una celda al final de un pasillo que parecía interminable. Un risas crueles y sadicas y el olor a sangre y putrefacción llegó a las narices de Himiko y en vez de sentirse asqueada, se deleitó con el aroma a sangre de su gemelo. Cuanto había esperado por sentir lo que ahora sentía.

Al llegar ahí y abrir la puerta de la celda, vio algo que sobrepasaba por mucho lo que esperaba encontrar al otro lado. No esperaba que al ver lo que tanto anhelo en sueños, se haga hecho realidad y fuera algo que era peor que sus peores pesadillas.

—Dejenlo un momento— la voz de la teniente se resonó en la habitación callando las risas de los presentes tratando que su voz no temblara al presenciar tal escena —Necesito hablar con el rey del Nirvana un momento— nadie refutó nada y salieron sin decir nada dejando a Himiko quien se acercó suavemente a su hermano tomando su rostro deforme por el ácido haciendo que ella sonreirá con demencia. Una demencia que trataba de ocultar su espanto.

—¡Ojalá esa herida durará para siempre!— se lamentó Himiko de modo infantil —Creo que te quiero más así— dijo ella mientras acarisiaba gentilmente los cabellos de Katsuki haciendo que este soltara un gruñido de advertencia.

—Este es tú última oportunidad, Katsuki— dijo ella poniendo un rostro serio de repente —El príncipe Izuku a arribado al Nirvana y el rey Uraraka a estado planeando la boda de Ochako desde que llegó nuevamente y, ¿sabes cual será el regalo de bodas del rey?— dijo ella con traba en su voz mientras Katsuki se había quedado callado reflexionando.

Himiko lo notó y dijo con cierto aire infantil e inocente:

—¿En serio crees que vale la pena dar tu vida por una reina que ni siquiera pertenece al Nirvana? ¿Una humana cualquiera en vez de cumplir la promesa que le hiciste a tu propia hermana de estar siempre juntos?— Katsuki aún no contestaba y eso agrandó la seguridad de Himiko que sonrió mostrando aquellos colmillos que lo unían con su hermano mientras decía:

—Vamos, Katsuki. Acepta y vamos a casa— pero antes que pudiera hacer algo más, Katsuki levantó la mirada mostrando una mirada ardiente y brillante de un tono escarlata fuego y en vez de escucharse la voz de Katsuki, su dragón ahora le hablaba a su hermana cosa que la sorprendió de gran manera haciendo que retrocediera impactada.

Tanto Katsuki como yo estamos de acuerdo en algo y responderemos tu pregunta, Toga. Si estamos dispuestos a dar la vida por nuestra reina y le seremos fieles hasta la muerte solo a ella. Tal vez lo fuimos hacia en ti en un pasado pero, ahora por lo que le has hecho a nuestra amada, tú... Nunca volverás a ser nuestro centro de atención ni nuestros anhelos. Tú, ahora eres, un mal recuerdo en nuestra vida y como te dije antes, tú ya estas muerta para mi...— dijo Katsuki teniendo el rostro antes calcinado por el ácido con sólo un mal corte en su pomulo derecho. Después de eso, el golpe de la mano de Toga en la mejilla de su hermano resonó por toda la habitación.

El Nirvana de los Mares (Kacchako)Where stories live. Discover now