Capítulo 4

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Laena había muerto, se había suicidado con el fuego de su dragón tras perder a su hijo en el parto.

Rhaelys recibió la noticia a través de un cuervo de Rhaenyra. A pesar de no haberle contestado más. 

Habían ocurrido tantas cosas que Rhaelys ya no era la niña inocente y dulce de antes. Ahora era una joven adulta fría y sarcástica como su tío Daemon. Había perdido mucho durante las batallas, había sido torturada durante dos años y fue ahí cuando dejó de mandarle los cuervos a Rhaenyra.

Logró a escapar gracias a su Vermithor, que la estuvo buscando todos esos años hasta dar con ella y arrasar a todos los que le había hecho daño ha su jinete.

Vermithor y Rhaelys, al pasar los años a solas y juntos, generaron tal conexión que sentían lo que el otro.

Ziry iksos jēda naejot jikagon lenton, Vermithor (Es hora de ir a casa, Vermithor).- dijo Rhaelys acariciando el hocico de este.

Vermithor se agachó para que su jinete se subiera y partió a Rocadragón.

Vermithor se agachó para que su jinete se subiera y partió a Rocadragón

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El funeral de Laena acabó y Rhaelys aún no se encontraba allí.

Aemond reclamó el que fue el dragón de Laena, Vhagar cosa que llevó a una disputa entre los pequeños de la casa.

- Ese dragón es de mi madre.- le dijo furiosa Baela a Aemond.

- Ya no, yo lo reclamé, ahora es mío.- dijo un orgulloso Aemond.

- Se supone que yo lo iba a reclamar, le pertenecía a nuestra madre.- debutó Rhaena en este caso.

- El me eligió a mi, ahora yo tengo el dragón más grande de todos.- le contestó burlón.

Baela se tiró encima de Aemond para golpearlo mientras este se defendía con uña y carne.

Al final Aemond acabó con su ojo izquierdo apuñalado por culpa de Lucerys y mandaron a todos a llamar para discutir lo sucedido.

Lo que no sabían era que mientras los hijos del reino se peleaban, Daemon y Rhaenyra se encontraban en el balcón hablando y observando el cielo, cuando vieron a Rhaelys montada en Vermithor sobrevolar el cielo.

Ambos sonrieron, hasta que los guardias los hicieron llamar a la sala común para comentarles lo que había pasado.

Rhaenyra fue corriendo hasta llegar allí y entrar de golpe.

- Lucerys, ¿Quién te ha hecho esto? - le preguntó llegando corriendo a su lado.

- Tu hijo le quitó un ojo al mío.- reclamó Alicent.- Exijo que haya un castigo mi Rey.

- Tu hijo puso en duda el nacimiento del mío, solo se defendió.- le contestó Rhaenyra.

- ¿Mi hijo perdió su ojo por una simple pelea de niños?- miró incrédula a la que una vez había sido su mejor amiga.

- De donde sacaron tales ideas.- le cortó el Rey.- Dime Aemon, donde escuchaste tales habladurías.

Aemond nervioso miró a su madre sabiendo que había sido ella, la cual le miraba temerosa.

- ¡Responde!- le gritó Viserys.

- Fue Aegon.- le contestó Aemond.

- ¿Yo?

Viserys le cortó

- Y dime Aegon, ¿En dónde las escuchaste tú?

Aegon nervioso respondió.

- Solo hay que verlos padre, no tienen la genética Targaryen.

Viserys enfadado dió por zanjado el tema.

- Si el rey no exije justicia lo hará la reina. Sr Criston, traedme un ojo de Lucerys Velaryon.- reclamó Alicent.- Le dejaré elegir cual, un privilegio que mi hijo no ha tenido.

- No harás tal cosa.- le respondió Rhaenyra enfadada.

- No intervengáis.- le dijo el Rey al guardia.

- Me debéis lealtad.- refutó Alicent.

- Como protector mi reina.- le contestó Sr. Criston.

- Alicent, este asunto, está zanjado. ¿Lo has entendido?- le susurró su esposo fuertemente.

- Que corra la voz, quien ose cuestionar la legitimidad de los hijos de la princesa, perderá la lengua.

- Gracias padre.- contestó Rhaenyra.

Las personas que estaban en el lugar estaban por marcharse cuando Alicent se acercó a Viserys cogiéndole la daga.

Alicent se acercó deprisa en donde se encontraba Rhaenyra con la daga en alto hasta que una figura vestida toda de negro con capucha la detuvo agarrando la daga por el extremo filoso, haciéndose un corte en la palma y dejando escurrir la sangre a lo largo de su brazo.

- Intenta hacerle daño a uno de mis sobrinos y la que acabará perdiendo un ojo serás tu Alicent.- murmuró la jóven que sostenía la daga.

- Rhaelys.- exclamó la reina.- No intervengas en asuntos que no te conciernen.

- Si se trata de hacerle daño a mi familia, créeme, yo seré la primera persona a la que verás.

Acto seguido le hizo una llave en la muñeca a la reina haciendo que esta soltara la daga.

- No te atrevas a hacerles daño a ninguno de ellos, o la próxima cabeza que rodará será la tuyo, no me importa que ahora seas la reina.- le susurró la segunda Targaryen del Rey.

Alicent se quedó quieta en su lugar observándola con temor mientras esta se quitaba la capucha y dejaba ver su ahora cicatriz en el ojo izquierdo, más este no lo había perdido.

- Mi pequeña amazona.- se acercó el Rey a abrazarla con una sonrisa.

Se abrazaron mientras que las personas que se encontraban allí tenían diferentes sentimientos hacia la recién llegada.

Los Targaryen y Velaryon mayores se encontraban felices de tenerla de vuelta.

Los Hightower estaban enfurecido por su llegada.

Sus sobrinos Velaryon la miraban maravillados por el acto heróico que había hecho por ellos.

Y los dos pequeños medio hermanos Targaryen se encontraban fascinados con su belleza y su rebelión contra su madre.





La bastarda del ReyWhere stories live. Discover now