Chapter 11

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— Niklaus, ¿Verdad? — no contuve mi sonrisa al volver a ver al apuesto hombre

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— Niklaus, ¿Verdad? — no contuve mi sonrisa al volver a ver al apuesto hombre.

— El mismo, Tatia. — Saborea mi nombre en sus labios.

La atracción por él era muy grande, había tocado sus grandes manos e incluso tenía fantasías con él en mis más oscuros sueños.

— Te he visto hace poco en las fiestas del pueblo junto a tu madre, son una familia muy debota — Jugar con las palabras y mover mi cabello era lo que mejor sabía hacer.

— Mi madre es fanática de organizar las fiestas e incluso da los mejores regalos a todo el pueblo. ¿Y tú? — Su atrevimiento en tocar mi rostro era lo que me gustaba, el descaro que tenía en decir las cosas sin ninguna vergüenza.

— Yo te puedo agradecer a ti. — Me incliné a sus labios y un quejido salió de mis labios al estar entre sus fuertes brazos.

— Tatia... — Jadeó chocando su masculinidad contra mí — ¿Podría? — Preguntó dando un corto beso en mis labios.

Saboreo mis propios labios después de tocar los suyos, exquisito, moví mis manos hasta su cuello y me moví más cerca de él en afirmación.

Nuestras manos eran las protagonistas en estos momentos, tocaban con delicadeza y lujuria cada rincón de nuestros cuerpos.

El bosque soltaba una brisa fría que era muy bien cubierta con nuestros cuerpos chocando con ímpetu, los sonidos que salían de nuestras bocas eran la envidia de todos las aves en estos momentos.

Sentir a Niklaus tan mío era una sensación tan placentera y deliciosa como lo era sentir a su hermano mayor.

— Klaus — Supliqué al sentir como lo hacia con más lentitud, sin duda una tortura exquisita.

— Silenció, déjame hacerlo. — Respondió con la boca entre abierta, su cuerpo brilloso por los rayos del sol.

A mi mente vino el hermano mayor, el noble, buen hombre, amable. Elijah. Él tenía mi corazón pero su hermano era fabuloso en cuanto hacerme pecar.

Los deseaba a los dos, los quería a ambos para mi. Disfrutaba oírlos profetizar esas dulces palabras de amor y poemas. De la única que sentía envidia en mis noches solitarias eran las sábanas de estos bellos hombres.

— ¡Tatia! — Él gruñido de Klaus me trajo a la realidad y me aferré a su espalda cerrando mis ojos con fuerza. Habíamos acabado juntos.

— Niklaus...— Mi respiración es agitada que estoy segura que pronto me desmayaria de tener a semejante bestia encima de mi.

Delicioso.

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