20. "Complacer a mi dueña."

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*ESCUCHE LA CANCIONCITA PARA MÁS MOOD EN LA SEGUNDA PARTE DEL CAPI*


VEINTE

ARLENE

«Este beso es diferente.»

Porque aunque la pasión y el desenfrenado estaban ahí, en cada roce de nuestros labios, en cada apretón de sus manos en mi cara, no se trataba de deseo, era mucho más que eso, como si Haeran estuviese intentando transmitirme algo en este contacto: Me importas, arriesgué mi vida por ti, te salvé. Y lo más intenso de todo era su descontrol, ni cuando estuvimos juntos lo sentí tan perdido, tan fuera de sí.

Haeran se separó ligeramente y descansó su frente sobre la mía. Y lo que encontré en esos ojos oscuros me arrebató aún más el aliento porque brillaban con un montón de emociones y me di cuenta de que esto era lo que quería, verlo de verdad, realmente poder echar un vistazo en su corazón. Quería creerme especial y ser la única que pudiera acceder a él.

—Tú y yo no estamos del mismo lado, Arlene —susurró contra mis labios.

—Lo sé.

—Y llegará el momento en el que quizás tengamos que enfrentarnos. —Asentí porque eso lo sabía mejor que nadie. Haeran bufó—. Entonces, ¿qué estamos haciendo?

Tomé su mano con la mía y la puse contra su pecho aún ensangrentado por la sangre que derramó.

—Estamos sintiendo —murmuré—. Somos de especies diferentes, pero tenemos más en común de lo que crees. Ambos podemos sentir.

Una sonrisa torcida se formó en sus labios y quise besarlo de nuevo porque me deslumbró. Haeran no debería sonreír, era lo suficientemente letal en toda su seriedad. Él acarició los bordes de mi máscara.

—Voy a romperte el corazón, Arlene —dijo en un tono de afirmación que me apretó el pecho.

—Entonces, yo romperé el tuyo —respondí—. Es lo justo.

Su pulgar me rozó el labio inferior.

—Nunca ha funcionado.

—¿Qué?

Su expresión se endureció.

—Las relaciones entre vampiros y humanos.

—Podemos ser la excepción.

Haeran bajó la mano.

—Podría citarte las docenas de veces que esto... —señaló entre nosotros—. Se ha intentado y ha fracasado con consecuencias espantosas. No es natural, no debería pasar.

—¿Es por que haces esto? —Me acerqué a él y puse la mano sobre su pecho—. ¿Por eso levantas muros? ¿Te encierras detrás de la frialdad?

Haeran tomó mi mano y la apartó con delicadeza.

—Hago mi deber, es todo.

—¿Tu deber? ¿Y cuál es ese?

—Complacer a mi dueña.

—No hagas eso. —Sacudí la cabeza.

—¿Qué?

—No intentes dañar este momento, y hacerme creer que todo lo que siento sigue siendo unilateral.

Él me miró a los ojos.

—No es unilateral, Arlene.

Me quedé sin palabras y el calor en mis mejillas me obligó a apartar la mirada. Necesitaba cambiar el tema, y por un momento, me desconocí, ¿no era esto lo que quería? ¿qué él admitiera que sí sentía algo por mí? Sin embargo, no quería presionarlo.

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