Capítulo 38: Tienes mi palabra

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Mi negocio iba de maravilla, mucha gente pasaba por el rancho a comprar caballos, pero también teníamos la granja que nos proveía y casi todos los días llevaba huevos y leche de cabra a la tienda general, donde me pagaban muy bien.

Por eso andaba por el pueblo en el carro y desde hace unos años acostumbraba en pasar por la cantina después de vender y comprar provisiones, pero esta vez dejé a Carl esperando por servirme porque fui hacia la pensión donde habitaba la señorita Smith.

Solo rogaba que Jones no me viera, porque comenzaría a hablar a todo el pueblo sobre mi encuentro con la señorita Smith y la verdad que no quería escuchar sus sucios rumores inventados, ni que mi familia y amigos los escucharan también.

Desde afuera observé la ventana por donde había ayudado a escapar a la mujer y a la hija aquel día, todo el lugar lucía como si nada hubiese pasado. Cuando en realidad, Tommy —quien venía de pelear hace unos de años, junto a los renegados de Ridge Valley—, se encargó de dejar al manco como un colador.

«Hay vacantes», leí uno de los carteles que daba a la calle y seguí hasta la parte de la entrada que daba a un pasillo que terminaba en un pequeño patio interno. Agradecía tanto vivir en una casa alejada del pueblo, porque realmente no podría vivir tan pegado a mis vecinos como en este sitio.

La pensión era bastante grande, pues, mucha gente vivía aquí, quizás un cuarto de la población de Gold Springs estaba instalada en ese lugar. Cerca de la puerta de Christy había unos muchachos fumando y conversando, también casi me llevan por delante unos chiquillos andaban corriendo mientras jugaban.

Cuando golpeé la puerta, ella no respondió de inmediato, tuve que volverlo a hacer segundos después.

—¡Voy! —respondió acercándose y cuando abrió se quedó mirándome con la boca abierta—. ¿Phillips?

Pensé que me cerraría en la cara, pero se quedó expectante un momento.

—Necesito hablar contigo.

—No tenemos nada de que hablar, si se trata de los chicos o la escuela, lo arreglaré con Judith.

—Es sobre Wallace.

Suavizó la mirada en cuanto mencioné al idiota de Wallace. Ella abrió más la puerta para salir y yo di unos pasos atrás para darle espacio. Debía admitir que estaba un poco nervioso y ansioso por tener esta charla.

—Ven. —Cerró la puerta y caminó hacia ese patio interno que tenía la pensión.

Me quité el sombrero y me senté junto a ella en una banca que estaba apoyada a una pared bajo la sombra.

—¿Christal es hija de Wallace?

Ella suspiró evadiendo mi pregunta.

—Conocí a Wallace en el sesenta y seis, cuando llegó aquí como un forastero. Él estuvo en el Golden Rose y me eligió a mí de entre todas las que trabajamos ahí. Él era tan dulce y amable conmigo, no como otros sujetos. Él...

—Espera. ¿Estamos hablando de la misma persona?

¿Wallace amable? Era imposible imaginármelo, él siempre había sido una mierda de persona, solía ser la sombra de Paul. Imposible que haya sido como lo describía Christy.

—¡Lo era! Él fue uno de mis mejores clientes. ¡Incluso me defendió de los colegas de Vic! Ese día habían estado haciéndome la vida imposible y él los buscó y les disparó. Era un caballero...

El tiroteo frente al hotel, ¿lo había hecho por ella?

—A él le gustaba disparar y matar, lo hacía porque le gustaba.

Más valiosa que el oroWhere stories live. Discover now