Capítulo 50: Estoy mejor

90 12 7
                                    


Desde que la trajimos, Judith estuvo en cama, sintiéndose muy débil y adolorida, con una fiebre muy alta que intenté bajarle a toda costa. Luego de algunos días, un médico vino a verla y nos dio un diagnóstico que era peor de lo que nos imaginábamos.

Judith comenzó a presentar unas erupciones en su piel y seguía deteriorándose más, ella nunca se había vacunado contra la viruela. Los chicos no habían estado tan expuestos y tuvieron que mantenerse alejados para evitar contagiarse, yo me quedé junto a ella a cuidarla, no me importaba arriesgarme, aunque tuve que tomar recaudos sugeridos por el médico.

El doctor nos había regañado con severidad, en especial a mí, por haber traído a Judith tan precipitadamente, porque pudimos haber propagado la enfermedad en Gold Springs. Por eso nos ordenó poner el rancho en cuarentena, quedándose él también atrapado aquí con nosotros.

Nuestros amigos: Grace, Albert Lang y Leonard —qué había vuelto de sus vacaciones en Ridge Valley—, comenzaron a turnarse para traernos provisiones y cerciorarse de que estemos, dentro de todo, bien.

Leonard era risueño y optimista, siempre trataba de transmitir buenas vibras, cosa que muchas veces me desesperaba, pero en esta ocasión agradecía sentir su apoyo. Él había venido desde el pueblo con algunas cajas de madera cargadas de provisiones para la semana.

—¿Cómo se encuentra? —preguntó dejando la caja en el suelo para que luego la alcanzara.

Suspiré dejándome caer en la cerca que marcaba el límite de mi rancho, de no estar clavado firmemente sobre la tierra, me habría caído de narices al suelo, porque todo mi peso dio contra la madera. Estaba cansado, tanto física como mental y anímicamente.

Leonard parado frente a mí podía notar mi estado deplorable con las ojeras bien marcadas en mi rostro, la barba descuidada y el cabello despeinado; la expresión que puso en cuando me vio minutos antes había delatado lo mal que me veía.

—No está mejorando —pronuncié en voz baja sintiendo esa punzada en el pecho—. Ella está muy mal y el doctor dijo...

No quise decirlo. Me negaba a aceptarlo y pensarlo.

—Entiendo amigo —lamentó agachando la cabeza.

Hubo una larga pausa entre ambos. Ninguno se atrevió a mirar al otro por un breve instante, hasta que inspiré con profundidad y lo vi mirándome con preocupación.

—¿Cómo hiciste tú cuando pasaste por esto? —pregunté con un poco de desespero y quizás también con egoísmo, porque era un tema que a Leonard mucho no le gustaba tocar—. ¿Cómo? Dime por favor.

—Es una mierda, pero... Debes mantenerte fuerte.

Se había tomado unos segundos para responder mi pregunta, yo no sabía qué más hacer, estaba desesperado y aterrado por la salud de Judith. Mi amigo podía notarlo, creo que nunca me había visto mostrándome tan asustado y preocupado.

—Lo intentaré, por ella. —Me enderecé y acerqué para recoger la caja de provisiones—. Gracias, Leo. Espero pronto volver a verte.

—Estoy para lo que necesites, amigo. Déjale saludos a Judith de mi parte.

—Lo haré.

Me despedí de él y volví a la casa con las provisiones que nos habían mandado. Dejé todo en la cocina y me fui a ver a Judith que seguía acostada en la cama, afiebrada y con algunas erupciones en su hermosa piel. Verla en ese estado me hacía sentir tan impotente, porque nada podía hacer par ayudarla, sólo acompañarla y darle ánimos.

—Pronto estarás bien e iremos al río a quitarnos las botas y mojarnos los pies.

—A lo mejor encontramos una pepita de oro en ese río. —Se burló de nuestro fracaso mutuo.

Esa tontería siempre era efectiva en momentos difíciles, porque recordar las veces que habíamos buscado oro allí para finalmente fracasar por no encontrar nada, nos causaba muchísima gracia.

Judith me sonreía a pesar de no tener ánimos, ni fuerzas; no se sentía para nada bien y eso la entristecía, por eso trataba de animarla y no dejarla sola, porque como había dicho Leonard, debía mantenerme fuerte por ella.

Mi deseo más grande era que se recuperara, que por fin se sintiera bien para volver a ser la de antes, que siempre sonreía y leía en el porche. Porque alguien tan puro y bueno no merecía sufrir de esa forma.

—¿Quieres que te lea algo? Leonard trajo el periódico —dije tomando el tabloide bien doblado que venía en la caja junto a las provisiones.

—¿Jones escribió sobre nosotros? —Levantó la vista con curiosidad—. Imagino el titular: ¡Peste en el rancho del violento Phillips!

Ambos soltamos una carcajada debido a su ocurrencia, pero podía ser posible, al chismoso Jones no se le escapaba nada y sabía que aún tenía la sangre en el ojo por los golpes que le di en el bar hace unas semanas.

—No, aún no escribió sobre nosotros —respondí ojeando los artículos—. Pero hizo una crítica al concierto musical de Irene y Hazel Miller en Ridge Valley, parece que estuvo en el festival al aire libre que hicieron en la plaza de Los Renegados. Leonard también estuvo ahí hace unos días, te envió saludos.

—Leonard —sonrió—. Nos trajo comida y el periódico, me alegra tenerlo como amigo.

—Estuvimos hablando un rato allá afuera... Mencioné a Mary-Anne.

—Angus —interrumpió decepcionada, sabía a qué me refería—. ¡Yo no soy Mary‐Anne! No va a pasarme lo mismo. Estoy segura. ¡Mírame! Estoy mejor —insistió y se salió de la cama para ponerse de pie.

—¡Judith! —exclamé preocupado, porque la había visto tan mal desde esta mañana que me sorprendía ver esta mejoría—. Con calma, no vayas a lastimarte.

—Estoy mejor —insistió de nuevo la muy terca.

Pero tenía razón, estaba mucho mejor, el doctor me había destrozado cuando dijo que no mejoraría y que no había más esperanzas para ella, pero aquí estaba, de pie, sonriéndome y porfiando con que estaba bien.

El pecho se me llenaba de esperanza y felicidad por mi amada, sabía que era fuerte y muy terca, ninguna enfermedad podría contra mi hermosa Judith.

—Te amo, Judith Dubois.

—Phillips —corrigió haciendo que mi maldito corazón se acelerara—. Judith Phillips, soy tu esposa, tonto.

Claro que lo era. Mi amada esposa que con su sonrisa y serenidad me devolvía la ilusión de que pronto todo volvería a la normalidad.  

¡Gracias por leerlo! No te olvides de votar si querés, eso me ayuda mucho <3

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¡Gracias por leerlo! No te olvides de votar si querés, eso me ayuda mucho <3

¿Qué te pareció el capítulo? ¡Dejame tu comentario!

¡Hasta el próximo domingo!

9

Más valiosa que el oroWhere stories live. Discover now