la isla de Polifemo

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Llegaron a la isla. El ambiente era completamente diferente a como lo fue la última vez que habían estado ahí. Ahora todo estaba seco y el ambiente era tétrico. Grover detuvo a todos de golpe, ya que había recordado que Nico había dicho que se había encontrado un portal en la entrada de la isla.

Annabeth acercó el detector. No sucedió nada.

-Genial. Está roto-afirmó Clarisse.

Percy tomó una roca y la aventó hacia esa dirección, esperando que algo mágico sucediera. Lo único que pasó, fue que esta atravesó el aire como si nada y cayó al suelo, sin que pasara nada especial.

Todos voltearon a ver al pelinegro menor, de cabellos largos y ojos cafés, como si él tuviera las respuestas. Éste simplemente se encogió de hombros, igual de extrañado que ellos.

Al ver que no había peligro, los chicos se adentraron en la isla.

Caminaron un largo rato. Grover, Annabeth y Percy agradecían que ya no hubiera más ovejas carnívoras por ningún lado.

Andaron durante más tiempo, hasta que, de pronto, Percy escuchó algo. Una rama tronó a lo lejos. No estaban solos.

Tanto él como Annabeth, Clarisse y Nico, sacaron sus espadas.

Oyeron una voz femenina.

-¡Tiren sus armas! -dijo esta.

Un estruendo se escuchó alrededor.

-¡Es una emboscada! -dijo Nico, asustado.

-Vendrán con nosotros. -dijo la dueña de la voz, finalmente saliendo de las sombras, para mostrar su rostro. Era una de las cazadoras de Artemisa.

Grover suspiró.

-Qué alivio. Son sólo ellas.

La joven, indignada, avanzó y apuntó su arco hacia él.

-¿A qué te refieres con eso? -preguntó.

Percy le soltó un zape al sátiro.

Los chicos siguieron a aquel pequeño montón de niñas, que, en realidad, a pesar de la mayoría ser tan pequeñas, se veían bastante amenazantes.

Llegaron hasta donde estaba la cueva de Polifemo. Esta estaba cerrada con una enorme roca.

-¿Y ustedes qué hacen aquí? -preguntó una voz que reconocieron al instante. Todos voltearon hacia atrás para comprobar que eran ciertas sus sospechas de a quién pertenecía.

Terminando de subir, se encontraba una joven de alborotados cabellos negros y apariencia gótica. Era, para desgracia del pelinegro mayor frente a ella, Thalia Grace.

Percy y ella se miraron con desagrado por un momento. Luego, la joven continuó caminando, hasta quedar de espaldas a la cueva.

-Vengan conmigo. Seguro están cansados -dijo ella.

Las cazadoras empujaron la enorme roca para que pudieran entrar en la cueva. Lo que vieron los chicos ahí, los asombró. Era un campamento bien establecido, con literas, redes para almacenar la comida, un cálido fuego e incluso, lo que parecía ser chocolate caliente, debido a su maravilloso olor.

-Pueden quedarse cuanto tiempo deseen -dijo Thalia, sonriéndole a Annabeth -. Siempre y cuando no causen problemas -. Miró a Percy.

El pelinegro le hizo una mueca de regreso.

-Te lo agradecemos mucho, pero tenemos que seguir buscando la anomalía -dijo él

-Pff, ¿Cuál de todas? -preguntó ella.

En busca del tridente perdidoWhere stories live. Discover now