El pirata y la bruja

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Carina finalmente había logrado escapar de los militares. Se soltó de un carruaje junto a una pequeña tienda y entró en ella.

En la misma había un enorme telescopio, el cual ella no se resistió a tocar.

—Ninguna mujer había tocado mi Herschel —dijo el dueño de la tienda,
Indignado

—Señor, su caja celestial se desvió. La ajusté dos grados al norte. Su mapa ya no estará impreciso. Aunque tendrá que volver a empezar...

—¡Eres una bruja!

—No, realmente no. ¿Soy una bruja por haber catalogado más de doscientas estrellas?

—¡Bruja!

Ella suspiró y se volteó.

—Habrá luna de sangre pronto. Yo sólo vine a comprar... —dijo, mientras tomaba un cronómetro que estaba en exhibición. —Un cronómetro.

El hombre le apuntó con una pistola.

—Le pago el doble por venderle a una mujer —dijo ella.

—¡Ayúdenme! —gritó el hombre, desesperado. —¡Hay una bruja en mi tienda!

De pronto, aquel cuyo objetivo era robar el banco, pero no de forma literal, entró en el establecimiento. Al parecer, se había separado de su tripulación.

—¡Y un pirata! ¡En mi tienda hay un pirata y una bruja!

—¡Pero que suerte tienes! —dijo, el borracho hombre de castañas rastas. —¿Alguno de los cuatro ha visto mi banco?

Tan pronto dijo esto, el enorme edificio, desvió el telescopio y rompió las ventanas del lugar.

—Lo encontré... —dijo éste.

La joven de ojos azules lo miró, atónita. Luego de eso, ambos salieron corriendo de la tienda.

—¿Tú eras parte del plan?

—No busco problemas

...

—Que horrible modo de vivir

Llegaron a donde ellos estaban antes, varios soldados, pero para entonces, ya se hebían ido.

—¡Atrapen a la bruja! —dijo uno de ellos.

Tanto el pirata como la no-bruja se encontraban sobre el techo de una casa

—Nos atraparon. ¿Qué sugieres?

—Tienes que gritar...

Seguido de esto, la lanzó hacia un montón de paja en una carreta, la cual, tan pronto ella cayó, se empezó a mover. Ella no dudó un segundo en gritar mientras caía.

—¡Por ahí! ¡Detengan a esa mujer! —dijo uno de los soldados, pero le fue imposible, debido a la velocidad a la que iban los caballos.

—¡Asqueroso pirata! —gritó la chica.

—¡No tienes por qué ofender! —respondió el hombre.

Trataron de dispararle a la carreta, pero fallaron.

Mientras tanto, el pirata había vuelto al banco. Ahora se encontraba en el techo de este.

—¡Más rápido! —dijo el tripulante que dirigía a los caballos.

De pronto, vio algo que lo alarmó.

—¡JAAACK! —llamó al pirata sobre el techo. Al parecer, ese era su nombre. ¿Sería ese el tal "Jack Sparrow"?

El dueño de este nombre, mismo que seguía sobre el techo del banco y ya creía tener una victoria total, sonreía, hasta que oyó a su subordinado llamarlo. Fue entonces que volteó hacia enfrente, notando el obstáculo.

En busca del tridente perdidoWhere stories live. Discover now