IV. set me free.

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—¡Lili! ¡Lili~!

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—¡Lili! ¡Lili~!

La joven Diosa corrió por entre los árboles, buscando a la pequeña coneja, no pasaron muchos minutos hasta que sintió su llamado, esa pequeña voz aguda y algo suave que podía escuchar en su cabeza, Lili siempre le había hablado de esa forma.

¡Lalisa!

—¡Lili!

A lo lejos notó el cuerpecito de la coneja saltar entre los árboles y las plantas algo altas, su pelaje dorado parecía brillar mientras se acercaba a ella, con un último salto la conejita estaba entre sus brazos.

Lalisa, Lalisa... —la pequeña ser frotó su cabeza contra su pecho, sus largas orejas estaban bajas y soltaba pequeños chillidos—. No debiste haberte ido, te dije que no te fueras, tenías que hacerme caso...

—Lili, ya —Lisa la acarició para que se tranquilizara, podía notar que su protectora estaba muy sensible, aquella pequeña vocecita sonaba como si fuera a romper en llanto, aunque no sabía si los conejos mágicos hechos con su propia alma eran capaces de llorar—. ¿Qué haces aquí? Creí que no querías venir.

Vine a buscarte, hay que volver. —dijo la coneja, sus ojitos cargados de estrellas, de un color azul claro como el cielo la miraron mientras apoyaba sus patas delanteras sobre su pecho.

—No regresaré allí —dijo la joven Diosa, totalmente seria y convencida—. Podemos tener una nueva vida aquí, Lili, aquí soy libre, aquí soy Lisa... No Lalisa, no ninguna Diosa, ninguna protegida, ninguna obra maestra de ningún superior... Apenas llegué aquí, no me iré.

Tú deber como Diosa es cuidar de todo lo Bello desde el mundo de arriba, es tu lugar. —Lili la golpeó con sus peludas patitas, como dando pequeños saltos.

—No quiero ningún deber, quiero ser libre —finalizó la castaña, y bajo a la coneja al ver que Lili seguiría insistiendo—. Ahora, deja de molestar con eso. La Creadora no tiene poder sobre estas Tierras, ya no estoy en sus dominios y de ninguna manera voy a obedecer.

Se dió media vuelta y estaba dispuesta a irse, Lili la siguió, dando saltos y soltando pequeños chillidos para recibir atención.

No entiendes... Ella me envió por tí.

—Sí, lo imaginé —dijo Lisa—. Es gracioso que sigas todo lo que ella dice pero nunca sigas lo que yo digo... Más si en verdad estás hecha con mi propia alma, no sé si eres mi protectora o un soldadito de la Creadora.

¡Basta!

Lisa alzó sus cejas con sorpresa al escuchar el grito de la coneja, se volteó para verla al notar que no iba saltando a su lado, la encontró dos pasos atrás de ella, mirando el suelo con unos lloriqueos tristes.

—¿Lili? ¿Estás bien? —se acercó a ella, agachándose un poco.

La coneja hizo una bolita con su cuerpo y escondió su rostro en sus patitas delanteras, sus orejas estaban bajas y tristes.

Sé que soy una mala protectora... Te dejé sola,  te dejé ir a un lugar peligroso... También dejé que te sintieras mal y quisieras irte, es mi culpa. —murmuró la conejita dorada, en un tono sumamente triste y culposo que le dieron ganas de llorar de escucharla.

—Lili, no... —Lisa tomó a la conejita entre sus brazos y la acunó contra su pecho como si fuera una bebé, mientras dejaba caricias sobre su suave pelaje—. No eres una mala protectora, siempre me dijiste lo que debía hacer, lo que era correcto, tampoco es tu culpa que me haya sentido mal en el Mundo de Arriba... Eso creo que era inevitable, al igual que mi huida...

Lili se frotó de nuevo contra su tacto.

La Creadora está muy enojada —dijo—. Me dijo cosas horribles, pero ciertas... Me golpeó, pero lo merecía...

—No, no, Lili, no... —Lisa se sintió triste porque la pequeña se había metido en eso, comenzó a buscar en su cuerpo alguna herida, pero, al igual que ella, la protectora era un ser celestial, en sí, también era una Diosa, porque era parte de su alma, y no podían herirse, podían sentir dolor, pero nunca habria ninguna marca.

Me envió a buscarte, debes volver. —insistió la coneja una vez más.

—No lo haré.

No entiendes... Si no vuelves los humanos van a sufrir, La Creadora dijo que comenzaría las catástrofes y destruiría todo si no vuelves —Lili volvió a mirarla a los ojos—. Muchos humanos van a morir, y seguirá hasta que no quede ni uno... O que vuelvas al Mundo de Arriba.

—No podría hacer eso, ningún Dios podría matar a todos los humanos —Lisa no quería pensar en sus lindos humanos, destruidos por el egoísmo y el poder de la Creadora—. N-no podría hacer eso...

Ella tiene el poder, Lalisa. —le recordó Lili, y sabía que era cierto, era La Diosa más poderosa, y la única.

—No volveré allí —la castaña negó, sabía que si regresaba sólo sería peor que antes, posiblemente la encerraría por la eternidad, o quizás algo peor, no se le ocurría qué, pero La Creadora siempre había sido muy amenazante para ella, como si fuera capaz de hacer cualquier maldad, pero solo fingía ser buena—. Debe haber otra forma para salvar a los humanos... —se detuvo a pensar, y no tardó muchos segundos en recordar a aquella otra Diosa—. Rosé... Ella es la Diosa de los Humanos, ella está aquí, ella puede ayudarlos.

¿En serio? —Lili alzó sus orejas hacia ella.

—Sí, ella me recibió cuando llegué —miró a su alrededor, buscando algún punto de referencia hacia dónde ir—. Creo que era por aquí... —murmuró para si misma, no estaba del todo convencida, pero comenzó a caminar, llevando a la conejo en sus brazos.

 —murmuró para si misma, no estaba del todo convencida, pero comenzó a caminar, llevando a la conejo en sus brazos

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la tierra de los dioses muertos. | chaelisaWhere stories live. Discover now