XIV. awake.

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—Voy a estar bien, voy a estar bien —dijo Rosé, con esa sonrisa encantadora que enamoraba a Lisa cada vez que la veía—

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—Voy a estar bien, voy a estar bien —dijo Rosé, con esa sonrisa encantadora que enamoraba a Lisa cada vez que la veía—. En serio, es muy importante que vayas.

—Pero, ¿Y los Humanos? ¿Y si te sientes mal? —Lisa no quería volver a verla de la misma forma que la había encontrado, tan rota e inundada en pánico, sin poder respirar del dolor que recorría su cuerpo debido a las catástrofes en otro mundo y al sufrimiento de sus pequeños protegidos.

—Ya he pasado por eso y sigo aquí, ya te lo dije —le recordó, tomó sus mejillas para dejar caricias con sus pulgares, se detuvo un momento a ver sus rosados labios, en ese pequeño mohín que solían estar siempre, como un lindo puchero—. Estaré bien, vé con SeungWan, no es conocida por tener gran... Paciencia.

Miró de reojo a la rubia cenizo, que parecía estar maldiciéndola mil veces al mismo tiempo.

—Lili estará contigo —dijo la castaña rápidamente, tomó a la conejita que estaba a sus pies y la llevó hasta el pecho de la otra Diosa, haciendo que esta la cargara—. Cuídala bien —le dijo a la dorada conejita—. Volveré lo antes que pueda.

Rosé asintió, le hizo señas para que se vaya, pero el unicornio era demasiado alto para que pudiera subirse sola, así que Rosé tuvo que dejar a Lili en el suelo para poder ayudarla a subir, para sentarse detrás de aquella Diosa que le daba miedo.

—Es mejor que te agarres porque está cosa va rápido. —dijo SeungWan, y Lisa no entendió, fue Rosé quien guió sus manos a tomar la cintura de la mas baja, ruborizándose, dándole mucha ternura a Rosé.

Por todos los Dioses, se la podría comer viva de la ternura.

Finalmente el animal comenzó a galopar para irse, tomando velocidad rápidamente, al mirar para atrás, Lisa pudo ver a su linda Diosa de los Humanos abrazarse a la conejita con dolor, se prometió volver rápido, no quería que sufriera, no más de lo que ya la había hecho sufrir.

No habló en todo el camino con la rubia, vió aquel mundo que poco había explorado pasar rápidamente junto a ella, vió que había más que sólo árboles, el pequeño hogar de Rosé debía estar tan apartado de lo demás, había casas, y calles, se parecía a las ciudades que tenían los mortales, y había muchísimos Humanos, la gran mayoría se veía tan perdidos, tan nuevos.

Lisa quiso llorar, porque aquellas almas eran las víctimas del más reciente apocalipsis, que era su culpa.

Todos las miraban al pasar, a Lisa le costaba tanto mantener la vista en ellos, porque parecían verla con admiración, con una sonrisa, las saludaban con ganas y las recibían con vitoreos.

No sabía si la miraban tanto por aquel enorme corcel con un único cuerno, o la presencia de SeungWan, la Diosa de las Almas, que era imposible de ignorar, o quizás ella, que aún destacaba demasiado, aún se notaba "demasiado hermosa", si bien se había adaptado a aquel lugar, su amplia túnica rosa se había reducido a una simple tela que cubría su cuerpo, sin tan dramáticos doblajes, su cabello no estaba tan pulcro como antes, estaba segura que su piel estaba de un tono más gris y hasta tenía ojeras, pero parecía que no podría quitarse el título de la Diosa de Todo lo Bello nunca.

la tierra de los dioses muertos. | chaelisaWhere stories live. Discover now