V. save me.

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Encerrada en la soledad de su modesta cabaña, aquella Diosa se abrazaba a sí misma, en un rincón de su amplia cama, mientras la ansiedad hacia que sus músculos se tensaran, su pecho se comprimiera y las lágrimas quedarán en sus ojos, siempre al bo...

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Encerrada en la soledad de su modesta cabaña, aquella Diosa se abrazaba a sí misma, en un rincón de su amplia cama, mientras la ansiedad hacia que sus músculos se tensaran, su pecho se comprimiera y las lágrimas quedarán en sus ojos, siempre al borde del llanto.

Aún no empezaba el dolor, pero la incertidumbre y aquella presión psicológica de estar esperando lo peor hacia que su cabeza doliera mientras su ansiedad seguía creciendo.

Podía sentir a sus lindos humanos aterrados, ella también tenía miedo, ninguno podía hacer nada para evitar la catástrofe que se avecinaba.

Se sentía igual que la última vez, La Diosa Creadora estaba furiosa, e iba a calmar su furia castigando a la humanidad con todas las catástrofes qué podía haber: maremotos, incendios, huracanes, temblores... Se perderían miles de vidas, miles quedarían heridos, tardarían mucho en reconstruir su mundo de nuevo.

Todo por una Diosa omnipotente y sin sentimientos, sin sentir piedad por las vidas perdidas, ni el sufrimiento de la humanidad, y por consecuencia, de ella: la fracasada intento de una Diosa de los Humanos, otro Dios Indeseado de los cuantos que había en aquel lugar, llamen como lo llamen: Inframundo, Mundo de Abajo, o la Tierra de los Dioses Muertos, era lo mismo.

Todo lo rechazado por La Diosa Creadora iba a parar allí, durante sus primeros momentos de existencia, en el Mundo de Arriba, le habían hecho creer que aquel lugar era como un basurero gigante dónde iban las peores cosas, una Tierra horrible llena de sufrimiento y castigo por no ser lo suficientemente bueno.

Aunque aquellas palabras estaban muy lejos de la realidad.

Pasó unas cuantas horas en soledad, esperando entre lágrimas mientras el miedo crecía y crecía en su pecho, hasta que alguien tocó la puerta, no pudo responder, porque sentía un nudo en la garganta y su voz no surgió, fue cuestión de segundos para que la puerta se abriera y escuchara los pasos apresurados que fueron hacia su dormitorio.

Cómo creía, allí estaba la única persona que en verdad se preocupaba por ella, JiSoo, La Diosa del Inframundo.

Ella la había recibido poco después de haber llegado a ese mundo, la había consolado luego de sentirse una decepción, como Diosa Indeseada solo podía pensar cosas negativas de su expulsión, JiSoo la ayudó a ver su nueva libertad y a rehacer su vida, le mostró la realidad de nuevo.

La Diosa del Inframundo disfrutaba de hacer eso con los Dioses nuevos que llegaban, era muy querida entre todos por ser tan amable, protectora, madura y cuidadosa, todo lo contrario a su hermana, aquella llamada Diosa Creadora.

—Roseanne... —se acercó a ella para abrazarla, la Diosa menor temblaba del llanto—. Lo siento, recién me estoy enterado de lo que está pasando en la Tierra de los Humanos... —dejó caricias en su cabello largo y lacio—. Pasará, Rosie, todo a a estar bien.

—¿Q-Qué les están haciendo... A mis Humanos? —murmuró.

JiSoo no estaba segura de contarle, porque no sabía si le haría bien, decidió usar el tono más suave que tenía.

la tierra de los dioses muertos. | chaelisaWhere stories live. Discover now