39: Aceptando nuevas caras.

54 4 0
                                    

39: Aceptando nuevas caras.

Nick.

Me esperé lo más bajo, y cuando me refería a lo más bajo era ver a una partida de desconocidos mirándome con odio; a gente prepotente sin respeto hacia nosotros.

Cabe resaltar que no sucedió. No, nunca llegó aquella ira.

Cuando llegamos al aeropuerto gracias a un avión privado, al abrirse la compuerta, me imaginé que habría una horda de personas con pistolas en mano dispuestas a disparar a los nietos bastardos que Vladik jamás conoció; esos que venían a quitarles su anhelada herencia. Otra vez, no pasó lo que esperé.

Obviamente, me sorprendí porque por loco que parezca, yo sí sentía cierto resentimiento hacia ellos. Quería largarme tan pronto puse las zapatillas en el piso.

—¿Listo? —Carlitos le dio un apretón fuerte a mi hombro. Llené mis pulmones de aire y ofrecí una sonrisa patética en respuesta.

Yaroslav fue el primero en bajar y abrazar a las personas que esperaban. Nos hizo señas para ir hasta ellos y mi estómago comenzó a protestar.

Bajé los pocos escalones con Carlitos siguiendo mis pasos. Con cada paso sentía un extraño vértigo; no pensé que conocer a un montón de familiares me afectaría como lo estaba haciendo.

Yaroslav hablaba en lo que asumí era ruso. Una chica unos centímetros más pequeña que Carlos movió la barbilla en dirección a nosotros. Él volteó y sonrió en disculpa.

—Lo siento. No son tan buenos en inglés. —Señaló a un hombre más alto que yo, tan blanco como la nieve y con un toque de rosado en las mejillas gracias al puto frío. Tenía el cabello rubio y ojos color verde oscuro. Era delgado, sin embargo, pese a su estatura, lució amistoso al tenderme la mano. La estreché y traté de sonreír sin parecer un desquiciado a lo surrealista del momento—. Él es Mika, y ella su esposa, Svetlana. —Era una hermosa mujer de cabello castaño muy claro y ojos grises.

—Encantado —respondí, para después escuchar a Carlitos diciendo un hola amistoso.

Yaroslav se relajó visiblemente y señaló a la chica que nos sonrió hacía poco.

—Ella es Lena, y su novio, Pavel —contó con entusiasmo el nombre del  chico, lo que me hizo suponer que lo aprobaba. Lena, a diferencia de Mika, tenía el cabello castaño oscuro y ojos azules. Pavel era también de cabello castaño con ojos de un azul muy intenso. Ambos me saludaron con efusividad y no tardé mucho en adivinar que esta gente era fanática de los abrazos.

»Esta es mi hermana, Larissa. —Yaroslav me presentó una copia de él: alta, sonrisa amistosa, rubia y de ojos de un extraño gris con irises dorados. Ella levantó la mano con timidez—. Y este de acá es mi hermano, Nikita —explicó cuando un chico, tan alto como Carlos pero de facción juvenil, extendió la mano y tomó la mía con firmeza.

»No quiero asustarlos, pero somos más de lo que ves aquí. Pensé que sería abrumador para ustedes conocer a toda la familia de un solo tirón, así que iremos tan lento como tú y Carlitos deseen.

La voz de Yaroslav volvió a tornarse esperanzada. Él quería esto: llegar a ser una familia. Observé a mi primo —palabra a la que todavía no me acostumbraba— hablar al resto en ruso, en lo que ellos me miraban con emoción. Carlitos se encontraba de pie a mi lado mostrando curiosidad y anhelo en la mirada, y así fue que con solo verlo, supe que él también deseaba conocerlos mejor. Al menos podría decir que hice un esfuerzo si las cosas terminaban mal después de la lectura de la carta.

• ────── ✾ ────── •

No era mi plan pasear por Rusia. Y cuando Yaroslav mencionó que haría frío pensé que se refería a un frío normal, ya sabes, de esos que son tolerables como en Las Vegas. Pero mientras llegábamos a su casa me pregunté si debí investigar un poco sobre el clima antes de empacar una sudadera y chaqueta de cuero.

Tatuado en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora