30: Una y otra vez.

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30: Una y otra vez.

Nick.

De un tiempo para acá no me sentía el alma de la fiesta. Por supuesto, tampoco lo era en mi fiesta. 

Cumplía veinticuatro, debería significar algo, pero en todo lo que pensaba, incluso cuando prometí no hacerlo, era en Kelly. 

Pensaba mucho sobre ella. En qué estaría haciendo, si estaría con el imbécil riquillo que tenía un fetiche con el color blanco. No dejaba de pensar en su ropa interior, lo que me recordaba cuando me rompió el corazón. Era un maldito círculo vicioso de mierda al que me volví condenadamente fiel. 

No era un hombre codicioso, ya sabes, como en los Diez Mandamientos, la parte donde dice que no debes codiciar los bienes ajenos —o algo parecido, hace mucho que no leía o escuchaba sobre la Biblia—. A lo que quiero llegar es que ver a mi hermano con su chica me hacía sentir enfermo. Me molestaba que él estuviera feliz, que Rainbow fuera feliz, que el imbécil de Gasparin estuviera feliz, tal vez hasta Kelly estaba feliz; todos a mi alrededor no tenían problemas en restregarme que nadaban en un pozo de felicidad, menos yo. 

¿Cómo se supone que fuera la maldita alma de la fiesta, si era miserable?

—Voy a llamarla —conté decidido a Rain y Carlitos que se estaban frotando desde que comenzó la fiesta. 

Busqué mi celular, desbloqueé la pantalla y me desplacé por la lista de contactos buscando a Kelly. 

—¡No lo harás! —Rainbow me arrebató el iPhone de la mano, pasándoselo a la rata traidora de mi hermano. 

—Nick, ella debe reconocer que la cagó. Si llamas ahora, será en vano. —Carlitos me entregó el teléfono. 

—Ella piensa que estaba follando con Becca. Tiene que saber que no lo hice. Que tengo más de dos malditos meses que no follo con nadie —gruñí, haciendo énfasis en la última palabra. Mis bolas ya no estaban azules, se habían puesto negras, a poco de ser violetas. A este paso me iba a castrar yo mismo de lo horrible que dolía querer follar, pero no estar con la persona con la que quería follar. 

Carlitos estaba por decir algo, pero Rain colocó una mano sobre su pecho y negó suavemente. Mi hermano soltó un bufido y se cruzó de brazos. 

—La conozco mejor que nadie, Volkov. Sé que Kelly puede parecer muy influenciable, y lo es, pero infortunadamente, del lado equivocado. Está confundida, su madre acaba de morir. No sabe quién es o lo que quiere. Estar contigo únicamente conseguirá que se confunda más. 

»Dale un poco de espacio. Mañana o en unos días podrás llamarla, incluso buscarla. Ahora solo disfruta, ¿sí?

Le di una mirada penetrante a la chica y ella asintió, con ese aire conocedor que tenía cuando hablaba de Kelly. 

Rainbow había crecido tanto desde la primera vez que la vi. Uno pensaría que un bebé no planeado te vuelve la vida insoportable, pero ella supo cómo afrontar los obstáculos sin echarse para atrás. Era una de las pocas personas que admiraba y no me arrepentía de conocerla.

Suspiré, pasándome la mano por el cabello. Me lo corté muy corto. Ya no contaba con el pequeño moño que me hacía en la parte superior de mi cabeza. Fue un acto del que me arrepentía, pero sabía que no sería permanente y que crecería algún día. 

—Alguien que sostenga esta mierda y la esconda donde no la pueda encontrar. —Sostuve el iPhone en la mano como si fuese un puto artefacto explosivo. Si me quedaba con el trasto al final las ganas de oír su voz me ganaría, terminaría llamándola y tirando todo el esfuerzo por controlarme directo a la mierda. 

Tatuado en míWhere stories live. Discover now