60: Rosas en el desierto.

98 5 0
                                    

60: Rosas en el desierto.

Kelly.

Un baile. Solo eso bastó para entender que mi mundo había cambiado.

En ese instante creí que lo tenía todo. Me dolía la cara de mi sonrisa permanente; era aceptada por mi padre y por lo menos saludó a Nick.

—¿Ustedes tienen una relación estable? —preguntó papá. Era el momento del baile tradicional entre padre e hija.

¿Qué tan serio era lo nuestro?

Bueno, teníamos relaciones como conejos. Sabía todo de Nick; sin secretos u omisiones. Se quedaba los fines de semana en mi apartamento y estábamos mejor que bien. Me contó sus intenciones: compromiso, vestido de novia, una boda… sería la señora Volkov… ¿o era Volkova? No estaba muy segura de cómo era el asunto del apellido, sin embargo no me importaba dejar el apellido Pierce…

—Continuas con la manía de divagar. Te hice una pregunta, Kelly.

Me miraba atento. Como si estuviera esperando un truco o una mentira; el mismo enfoque que utilizaba a la hora de cerrar un trato.

No pude detener mi balanceo a pesar del aumento en mis latidos. No quería aceptar que debajo de esa sonrisa amable estaba el mismo Jhon.

—¿Por qué importa? Somos jóvenes…

Di el primer paso hacia una confrontación. No lo hacía con regularidad, pero mi padre era experto en detonar mi lado atrevido.

—Cierto. Sin embargo, ahora que estás por retomar tus obligaciones me veo en la necesidad de saber si ese muchacho tiene planes además de reparar autos.

Mi ceño se frunció por dos motivos. El primero: que Jhon no tenía idea de la cantidad de dinero que poseía Nick. La segunda: fue su convicción de que sería la misma Kelly mojigata. Digo, no estaría mal un trabajo de oficina, con una jornada de ocho a cinco, fines de semana libres y pasar las fiestas en casa, pero no estaba dispuesta a abandonar mi independencia.

—¿Qué te hace pensar que volveré? —susurré temerosa. La adrenalina recorría mi cuerpo.

La gente continuaba bailando sin darse cuenta de la mirada despectiva que me lanzó mi padre.

Entonces, sonrió, pero era la misma sonrisa falsa que le daba a todos.

—Estás aquí porque me necesitas. ¿Por qué más? No estás capacitada para el trabajo duro…

Los labios de papá continuaron moviéndose, pero yo no escuchaba. Mi cabeza buscó desesperadamente por una imagen en la que yo no diera la talla. Por un momento incluso quise que tuviera razón; así yo tendría un motivo para bajar la cabeza y aceptar la derrota.

»… Y este muchacho tendrá que conseguir una mejor carrera si quiere pertenecer a la familia Pierce. Hablaré con los abogados sobre un buen acuerdo prenupcial…

—¿Prenupcial? ¿De qué hablas? —se me escapó en un jadeo. Tan rápido que se escuchó como una sola pregunta.

—¿Crees que sus abogados no harán lo mismo? No permitiré que tu mala cabeza nos deje desprotegidos. Alguien debe limpiar el desorden que dejarás.

Mis pies se detuvieron. No tenía idea de cuántas piezas bailamos, pero mi cuerpo entendió que era suficiente.

—¿Sus abogados?

No me importó que pensara que yo arruinaría las cosas con Nick. Tampoco que me tratara como una niña, sino que al final sí se trataba de dinero.

—Kelly, me conoces tan poco si creíste que ese tipo pondría un pie en mi boda solo por ser tu novio…

Tatuado en míWhere stories live. Discover now