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Iré, con esperanza robusta floreciendo en el dolor.

Sembrando las lágrimas para comer sonrisas de trigo.

Escucharé con atención y denuedo en la espera del sonido que dio forma al mundo mientras armonizo con mi vida, siendo yo, un eco de fe.

A donde quieras llevarme, iré.
Cuando quieras hablarme, escucharé.

Haré de esta carta mi oración constante. Una profecía poética que alimente mi esperanza cuando tenga hambre de gloria, la cual te rodea.

Gloria que está a la espera de quienes decidan tomarla, yendo y escuchando en movimiento y en silencio, dejando de ser "yo" para ser uno con el viento.

Cartas para DiosWhere stories live. Discover now