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Llegué a casa, fui a mi habitación, cerré la puerta.

Me arroje a la cama, lancé un suspiro, las lágrimas comenzaron a salir y... otra vez me hundi.

Mi corazón volvió a pedir ayuda hoy, invisible vuelvo a ser, invisible me vuelvo a sentir, ¿apartaste tu mirada de mí?

El pecho comienza a quemar, mientras los pensamientos no paran de brotar, creo que estoy apunto de rendirme, creo que me quiero ir.

Lo estoy intentando Papá, estoy tratando de avanzar, pero siento que mis decisiones interrumpieron tu obrar.

Tal vez es tarde para mí así me comencé a sentir, quizá me tenga que rendir pues no sé a donde ir.

Estoy cansada de escuchar tanta palabrería en este caminar, ¿dónde estan los amigos? ¿dónde esta la familia?

¿Dónde están? ¿Dónde estás tú? ¿Dónde estoy yo?

No apartes, mi Amado, tu vista de mí, ni tu presencia se aleje de aquí, quisiera ser mas fuerte, quisiera ser mas coherente.

Quisiera ser más madura, quisiera ser más fría y menos sensible, quisiera que todo me importe menos, quisiera no hacer un show de todo.

Pero, lo siento tanto, Padre, soy una mentira y no alcanzo a verte hoy, no alcanzo a escuchar tu voz.

Tan solo, brota de mi corazón un profundo e intenso ardor, que solo puede encontrar reposo en tu bello rostro bondadoso.

Me quiero rendir.
Quiero dejar de intentar.
Me quiero ir pero quiero dejar de huir.

Vengo acá, contigo, en mi habitación.

Sé que aunque estas emociones no reflejan mis convicciones hoy, tú estás conmigo ahora.

Solo déjame llorar en tu pecho, déjame desahogar mi frustración, déjame deshacerme en ti, déjame ser consolada por ti.

Incluso en medio de esta tormenta últimamente recurrente, déjame ser formada y transformada en tu corazón.

Cartas para DiosNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ