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Emiliano se las había arreglado para disimular la creciente tensión entre él y Lionel. Nadie del plantel parecía darse cuenta, y si es que lo hacían, ninguno emitió comentario al respecto.

Ninguno había dormido, iban festejando aún en el avión que los guiaba a casa. Martínez reía y golpeaba los redoblantes, mientras Messi le acompañaba. Tal vez, todo aquel asunto podía ser dejado de lado.

Luego de unos minutos, Martínez y Messi no volvieron a encontrarse en el avión. Emiliano lo miraba desde lejos, repitiéndose que Messi no estaba evitándolo. Tenía que actuar con calma. Normal.

—Che Dibu, ¿puede ser que andes en cualquiera? —el papu le habló, interrumpiendo sus pensamientos. —Ganamos la copa del mundo, viejo, más emoción. —Lo jodía golpeándole el hombro.

Emiliano no hizo esfuerzo por evitarlo y solto una risa. —Nah, es que no dormí un carajo.

—Mh... Sí sí, hacete el boludo —comenzó a hablar más bajo, el resto del equipo estaba en una, así que no les prestaron atención. —No quiero quedar como un metido, viste, pero ¿qué hablaste con Lío? ¿O no es eso lo que te tiene así de tarado?

—Bue qué onda, ¿por qué bardeas?—contraatacó el Dibu, intentando desviar el tema. —Estoy cansado nomás, tranqui.

El papu se levantó del asiento que había ocupado al lado de Emiliano durante la pequeña charla. —Si vos decís... —concluyó, encaminándose de vuelta a la multitud que había al final del avión.

Emiliano suspiró un tanto aterrado. No podía ponerse en evidencia y mucho menos cagar a Lionel. Ni una sola palabra podía salir de su boca, de lo contrario, se vería metido en un escándalo.

Intentó restarle importancia, continuando con los festejos y uniéndose al resto. Messi seguía siéndole indiferente, y algo dentro de él dolía. ¿Tan importante era la atención de Messi, que si no la tenía por una noche, se volvía loco?
No era el único compañero que Lionel tenía, obvio que iba a estar con el resto también. Odiaba haberse vuelto tan dependiente del mayor.

El avión tardó un par de horas en aterrizar. Argentina era una fiesta. Apenas bajaron, la prensa los esperaba, casi asfixiándolos. Aún así, Emiliano se sentía feliz. Era el hombre mas feliz del planeta. Sentía una gran satisfacción al saber que su esfuerzo de años estaba dando frutos. No solo por el reconocimiento de la gente, sino porque se sentía totalmente realizado.

Bajó con una sonrisa e hizo el camino hasta el bondi de la selección. Pasarían por todas las caravanas que se estaban formando desde Ezeiza hasta el predio de la AFA. Emiliano no esperaba para nada la cantidad de gente que salió a sus casas a recibirlos. Eran las 3am y aún así las calles estaban llenas.
Debido a la multitud, tardaron más de lo esperado en llegar al predio. Martínez estaba agotadísimo. Y no solo él, todo el plantel estaba pasado de vuelta. Necesitaban dormir, descansar.

En el predio los esperaba una gran cena y todas las familias de los jugadores. Apenas bajaron, el dibu divisó a su hijo. Este, corriendo, subió a los brazos de su padre y lo estrujó en un abrazo.

La esposa de Martínez se acercaba con una sonrisa. Lo besó dulcemente; ambos sonreían. Después, depositó un beso en la cabecita de su hija.
Emiliano no pudo evitar buscar a Messi con la mirada. Logró ubicarlo, mientras alzaba a Antonella y sellaban su demostración pública de amor con un beso. Y algo dentro de Emi volvió a doler. A molestar. ¿Qué mierda me pasa ahora? Pensó. ¿Tanto me molesta verlo a Lionel ser feliz con su familia?

En su charla interna, Lionel sintió la pesada mirada de Emiliano carcomerlo. Giró su cabeza, aún abrazando a su esposa y lo miró. Un contacto visual bastante intenso.
Emiliano mantuvo su mirada, intacta. Abrazando a su esposa también. Sin embargo, no estaba seguro de que la emoción que comenzó a florecer en su pecho, fuera provocada por ella.

𝗞𝗜𝗦𝗦𝗘𝗦 𝗔𝗡𝗗 𝗥𝗘𝗚𝗥𝗘𝗧𝗦 messi, dibuWhere stories live. Discover now