# 10

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Emiliano tardó demasiado en procesar aquellas palabras. Fue como un colapso. Se puso nervioso, y comenzó a reír sin saber muy bien qué decir.

─¿Qué tiene que ver? ─cambió de posición, sentándose frente a Lionel. ─Si eso lo sé, es tu mujer.

─Claro... ─bajó su mirada, rascandose la nuca y suspirando. ─Como vos amás a Mandinha, ¿o no?

─Y sí ─respondió rápidamente, a la defensiva. ─Pero no entiendo qué tiene que ver.

Messi volvió a mirarlo, con una mueca instalada en su cara. Se quedó en silencio, suponiendo que cualquier cosa que pudiera decir, el contrario se lo tomaría mal. Sin embargo, el ambiente incómodo lo estaba torturando así que se vió obligado a intervenir.

─Me dijiste que me amabas.

─Y, pero, ¿qué tiene? Es normal, de amigos, de- de compañeros ─intentó justificarse en un tono risueño, siendo muy obvio en sus mentiras.

Emiliano sintió cómo sus ojos empezaban a picar. Parpadeó un par de veces y su vista se nubló. Las lágrimas que intentó contener, lo desbordaron.
El mayor se percató en el instante. Delató su propio nerviosismo al no saber cómo actuar. Dudando, estiró su mano y la dejó descansar sobre la mejilla del arquero, impidiendo que la primera lágrima se deslizara por la misma.

Martínez frunció el ceño, con intenciones de alejarse pero sin fuerza para hacerlo. Era tan, tan débil ante las míseras muestras de cariño por parte de su capitán.
Finalmente se dejó hacer, cuando Lionel sujetó su rostro con ambas manos, limpiando las lágrimas que empezaban a caer.

Cerró sus ojos y se dedicó a disfrutar esos pequeños toques, mientras los sentimientos encontrados lo invadían.

─Sos un egoísta ─Dibu habló, con una voz calmada, como si no estuviera llorando frente al delantero.

Messi continuó acariciando su rostro, haciendo arder su piel.

─Es por el bien de los dos ─sentenció, alejando sus manos, provocando que una olada de aire frío invadiera el rostro del arquero.

─Claro, y amás tanto a Anto que viniste a buscarme un día antes de noche buena solo para que te garche hasta romperte las piernas ¿no? ─contraatacó, visiblemente herido, limpiando sus propias lágrimas.

El rosarino no supo qué decir. Sabía que estaba siendo totalmente egoísta. Y en realidad, muy en el fondo, le gustaría poder amar a Emiliano de la misma forma. Sin embargo, él sabía que si se dejaba guiar por lo que sentía, terminaría peor para los dos. Y Antonela no se merecía lo que le estaba haciendo.

─Leo ─se acercó. ─Decí algo.

Lo miró, intimidándose por la cercanía que el contrario estaba empleando.

─No sé ─fue lo único que pudo decir. ─Me di cuenta de que... ─y Emiliano no quería seguir escuchando. ─ella es el amor de mi vida.

La decepción en el rostro del arquero no tenía precio. Apartó la mirada, inquieto, queriendo desaparecer.

─Bueno, ya está. Ya entendí que no me querés como yo te quiero. Ya está, Leo ─sonrió de manera miserable. El contrario lo sintió como una punzada al corazón.

No quería hacerlo sufrir más, pero no podía seguir dándole esperanzas cuando ambos sabían que cualquier cosa que tuvieran no podría durar. En gran parte por la industria en la que se encontraban. Y en otra parte por su moral. Sus esposas, su familia y el mismo cuento de siempre.

Ese impulso de consolarlo. Un impulso egoísta que lo quería para él solo, para protegerlo y cuidarlo de todo mal. Estaba tardando en darse cuenta de que él era quien le estaba haciendo mal.

𝗞𝗜𝗦𝗦𝗘𝗦 𝗔𝗡𝗗 𝗥𝗘𝗚𝗥𝗘𝗧𝗦 messi, dibuWhere stories live. Discover now