Capítulo II: Cuando No Estás

2.6K 308 187
                                    

Cuando Erling despertó aún estaba oscuro pero ya no contaba con ningún cuerpo encima del suyo, ni a su costado, ni siquiera había alguien más en su cama, Julián debió haberse escurrido durante la madrugada. Dio un corto suspiro antes de darse vuelta y quedar de costado enfrentando la cama de Álvarez, pero también estaba vacía. Este hecho logró que disipara su modorra y procedió a sentarse en su cama, se frotó la cara con las manos y se las pasó por su pelo llevándolo para atrás, miró en todas las direcciones de su cuarto, como esperando que Julian se materializara en algún rincón. Tomó su teléfono de la mesa de luz y vio que aún faltaba hora y media hasta que sonara la alarma, maldijo en noruego y volvió a acostarse, esta vez de espaldas para mirar las figuras invisibles que su mente fabricaba en el cielo raso del techo.

¿Donde podría estar Julián a esa hora? ¿Por qué no estaba allí, en su cama, con él?

Le dio vueltas a esas cuestiones durante lo que parecieron horas pero el sueño terminó por vencerlo nuevamente, lo último que Haaland escuchó fue el débil sonido de la puerta de su cuarto siendo abierta.

Tienen poco tiempo para saludarse cuando suena la alarma, Haaland quiere preguntarle a donde se escabulló en la madrugada pero no tiene que hacerlo porque Julián ya estaba hablando sobre como recibió una llamada de su compañero de selección y amigo, Enzo Fernández, y que no podía no contestar, que necesitaba hablar sobre todo lo que estaba pasando con su posible pase al Chelsea y como estaba en una situación complicada en el Benfica porque había faltado a un par de entrenamientos.

Julián parloteaba sin freno en un inglés mucho más amplio que el que tenía antes de irse a Qatar, seguía teniendo una tonada muy marcada que Erling encontraba particularmente adorable, aún así Haaland se preguntaba con quien habría practicado estando rodeado de argentinos, trató de reprimir esos sentimientos que amenazaban con amargarle el día antes de siquiera poder levantarse de la cama. Se limitó a asentir y mirar como el cordobés se cambiaba en su ropa de entrenamiento sin dejar de hablar en ningún momento, Erling se desperezó y salió de la cama para imitar a su compañero, le hizo un gesto para que supiera que seguía escuchándolo aunque se diera vuelta para tomar su propio uniforme. Cuando estuvieron los dos listos salieron por aquel pasillo largo hasta el comedor.

Desayunaron en cantidad y en silencio, tenían al cuerpo técnico explicándoles el plan de entrenamientos del día, el cual resultó ser bastante pesado y con descansos solo para almorzar. El último partido del año se acercaba, se enfrentarían al Everton y necesitaban estar al máximo de su rendimiento.
Los chicos del city corrían lo que a Erling le parecían interminables vueltas a la cancha, seguido de varias series de ejercicios y juegos de grupo, se divertía, claro que lo hacía, amaba entrenar con el club, pero el hecho de aún no haber podido tener una charla de más de diez frases con Julián empezaba a inquietarlo, quería ser tan paciente como había podido serlo los últimos meses sin su compañía, sin el nervioso repiqueteo de sus dedos contra el marco de la ventana la noche antes de un partido, sin el incesante parloteo una vez que entró en confianza con el noruego, sin la presencia de sus botines y sus camisetas en el suelo, que Erling siempre recogía y dejaba en la silla de la habitación.

Fueron dos meses solitarios en ese cuarto del Manchester, el tiempo empeoraba en Inglaterra y el frío se volvía cada vez más punzante, Haaland, abrigado hasta las orejas y con la nariz permanentemente sonrosada, se consolaba viendo las publicaciones diarias de Julian en sus redes sociales, parecía que siempre estaba ocupado, ya fuera entrenando con su plantel, dando conferencias o haciendo cualquier cosa menos hablarle a Haaland. Sabía que no tenía derecho a enojarse u ofenderse, lo último que le dijo a Julian cuando lo despidió en el aeropuerto fue que se tomara todo con calma, que su mente debería estar 100% enfocada en el torneo y que hablarían cuando volviera. Intentó descifrar la mirada del cordobés en su cabeza durante todas esas semanas, Julián no parecía sorprendido al escuchar eso, pero si ¿algo decepcionado? ¿Triste? Erling aún no lo sabía. El argentino se despidió de él con su típico beso en la mejilla y se alejó hacia su destino, dejando ese frio país por el desierto y el amor de su gente.

notice me • erling haaland x julián álvarez Where stories live. Discover now