Capítulo III: Bastará

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Desde que anunciaron a los 11 para el enfrentamiento contra el Everton, y confirmó que Julian estaba entre los suplentes, Erling no podía dejar de sonreír, era el último partido del año y estaría de titular, quería jugar y hacerlo bien, aun si eso significaba ver a su cordobés en el banco. Quería mostrarle cuánto había entrenado en su ausencia, quería lucirse para él y deleitarlo con su juego, quería que Julian no le sacara los ojos de encima en esos 90 minutos.
Todos estos pensamientos rondaban en su cabeza cuando salía de las duchas la noche antes del partido, estaba de un humor excelente, tarareando las canciones que Julián ponía en su habitación y que Haaland no entendía, pero que le resultaban igual de pegadizas.

Julian por su parte estaba en su habitación con su celular en mano hablando con sus compañeros de selección, que le preguntaban si creía poder entrar a la cancha aunque fueran unos minutos el día siguiente, él les respondía que no lo sabía pero que era una posibilidad, recibió una serie de respuestas variadas, desde mensajes de suerte hasta un colorido mensaje de Licha que decía "yo te amo hermano pero estás empedo si pensas que me voy a poner a ver un partido del city, con todo respeto kuni", a lo que el Kun respondió "no hay problema pá". Julian solo podía reír con sus interacciones, los extrañaba más de lo que se dejaba admitir y sentía una leve presión en el pecho al recordar que tan solo unas semanas atrás estaban todos juntos, los más veteranos del grupo le habían dicho que era normal, que era una suerte divina si le tocaba compartir club con algún compañero de selección por esa complicidad intrínseca, pero que si no se daba no tenía que torturarse con la nostalgia del plantel porque solo iba a ser peor.

Tenía que disfrutar de su club y de su día a día, disfrutar de sus compañeros y de su camiseta, porque esa era la única manera de sobrevivir a la lejanía que tenía con su tierra y con sus compañeros.

Tampoco era como si Julián la estuviera pasando tan mal, desde que llegó no paraban de lloverle halagos y felicitaciones, a donde iba le hacían preguntas sobre el torneo o los partidos en los que participó, preguntas que él estaba más que complacido por responder. Pero mentiría si dijera que la mejor parte no eran las atenciones que recibía por parte de su compañero de cuarto.

Antes de partir a Qatar, Erling había sido conciso e inamovible en una cuestión, Julian tenía que estar concentrado pura y exclusivamente en el Mundial. Su situación sentimental en ese momento no era más de que la de amigos que se ríen constantemente, la de dos personas que no necesitaban hablar para comunicarse y la de dos hombres que no podían dejar de buscarse ya fuera con la mirada o con las manos. Era complicado.

Julián albergaba la ilusión de que su regreso alentara al noruego a buscarlo otra vez, y en parte no se equivocó. Haaland estaba pendiente a todo lo que respectaba al argentino, le preguntaba por su vivencia en el vestidor de la selección, sobre la universidad donde se alojaron, sobre su familia, sobre lo que comían y hasta como le gustaba desayunar en Doha, si con mate o con café, como solía hacer en el Manchester ya que no había nadie con quien compartir un mate. También notaba como Erling siempre estaba ahí de una forma u otra, si no estaba detrás suyo o a su lado en los pasillos y entrenamientos, algún compañero siempre se le acercaba con un mensaje del rubio.

-Disculpa que te moleste, Juli. Pero es que Erling quería saber si ya habías merendado -le decía Rodri con tono burlón mientas estiraban después del último entrenamiento.

-Uy, que pibe. Le dije que iba a ir en un rato -replicó tratando de disimular la sonrisa que amenazaba con asomarse.

-Bueno, que tú sabes como es él contigo.

Julián tenía una vaga idea, quería oírlo de la boca de Erling, pero supuso que por el momento le bastaba oírla de Rodri.

-¿Y cómo es conmigo? Si se puede saber.

notice me • erling haaland x julián álvarez Where stories live. Discover now