notice me • erling haaland x julián álvarez

Capitulo VII: Yo Te Diré

Cuando Julián llegó a su habitación esperaba encontrarse con un beso, un abrazo o al menos la presencia de Haaland. Pero en el momento en el que dio un paso dentro de este pudo comprobar que no se encontraba allí.

La habitación estaba a medio ordenar, las camas se hallaban desarmadas, pero la ropa sucia estaba en una pila en el suelo y los botines de ambos al lado de la puerta, el argentino no pudo evitar la media sonrisa que se propagó por su rostro. Típico de Elring, el noruego no soportaba el desorden por mucho tiempo, algo que ver son su familia según le contó durante sus primeros meses de convivencia.

El orden era una de las únicas razones por la que realmente chocaban, a Julián dejaron de exigirle que ordenara su habitación cuando cumplió los 16 años, su madre había tratado de explicarle en repetidas ocasiones la importancia del orden, "Si tu pieza es un quilombo, tu mente va a ser siempre un quilombo, Juli. No vas a saber lo lindo que es llegar y ver todo ordenado hasta que lo hagas por vos, porque hoy lo das por sentado. Así que yo la cama no te la hago más, pero no porque no te la quiera hacer, sino porque te tenés que empezar a preocupar vos por tus cosas, ¿estamos claros?", pero no surgió ningún efecto. Las amenazas de no llevarlo a las prácticas de su padre tampoco sirvieron para disuadirlo de no usar la silla en su habitación como un segundo ropero o de hacer su cama, incluso en su tiempo en la pensión de River esto había sido un problema. Ahora que era más o menos un adulto responsable seguía sin verle el sentido a tanto orden, ¿para qué hacer la cama? volvería a acostarse y desarmarla en unas horas. ¿Guardar la ropa de práctica? se la pondría al despertar, en su mente no tenía lógica alguna.

Pero el ver la ropa limpia y perfectamente doblada de Erling en su lado del ropero le recordó a todas esas veces en que él llegaba a la habitación y encontraba su ropa en una pila doblada en la punta de su cama. Pensó en los regaños que recibía de parte de Haaland a diario, en la manera en la que nunca dejaba de hacer su cama aunque Julián le había repetido hasta el cansancio que no hacía falta hasta que terminó por aceptarlo. Pensó en la paz que sentía cada vez que volvía a ese lugar compartido y ordenado. Caminó lentamente por la habitación y se percató de que el teléfono de Haaland estaba allí.

"Seguro vuelve en un ratito nomás", meditó mientras lo tomaba en sus manos, la pantalla se encendió y reveló que eran las once y media pasadas, eso y un fondo de pantalla predeterminado, el argentino soltó una pequeña risa nasal, obviamente Erling no iba a molestarse en poner un fondo de pantalla. Dejó el dispositivo sobre la mesa de luz y suspiró, el peso del día cayendo por fin en sus hombros, estaba agotado.

Miró la cama de Erling sin hacer y sintió que lo invadía el más extraño de los impulsos. Antes de que pudiera arrepentirse se levantó y comenzó a sacar los cobertores y almohadas para depositarlas sin el menor cuidado en su cama. La tendió lo mejor que pudo teniendo en cuenta que no hacía una cama desde su temprana adolescencia, cuando se cansó de batallar con la posición de las almohadas se alejó un poco para observar su obra terminada, era un desastre.

-Qué culiao que soy, no puede ser que no pueda hacer una cama -susurró para sí y llevó las manos a sus caderas, un tanto exasperado.

"Bueno loco, algo es algo", pensó, sintiéndose increíblemente expuesto aunque estuviera solo. Solo era hacer una cama después de todo, se decía. Pero él sabía que era más que eso, que significaba más que eso. Era un acto de cariño que había pasado por alto toda su vida. Quería que por una vez fuera él la causa de la paz en la mirada de Erling al entrar y ver las camas tendidas, tal como él la sentía cada noche al volver de cepillarse los dientes y encontrar la temperatura justa para poder desabrigarse sin congelarse. Se relamió los labios, ¿acaso estaba dándole la razón a su mamá? si que estaba cansado.