Capítulo 8

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Holi, siento tardar tanto :)

Les quiero<3

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Creo que estaba demasiado borracha aún. O a lo mejor estaba alucinando y la mierda que me vendió Mason era demasiado buena, porque sino no entendía qué coño estaba haciendo en una celda.

Me froté los ojos dos veces, pero seguía viéndome encerrada entre los barrotes.

—Han pagado tu fianza.

Estaba oscuro y no pude ver a ese hombre vestido de policía detrás de un escritorio.

—¿Dónde estoy? ¿Quién eres? —pregunté poniéndome en pie.

Me costó mucho levantarme. Me dolía todo el cuerpo y ese colchón estaba muy duro.

—Estás en el infierno, y no, no soy Dios. —dijo y me lo quedé mirando. Entonces comenzó a reírse. —Te estoy tomando el pelo.

—Déjame salir.

—Ahora vienen a buscarte.

Minutos después entró otro policía, que abrió mi celda y me condujo por el pasillo hasta que llegamos a una sala llena de ordenadores. Estaba en comisaría y no tenía ni idea de cómo. No recordaba nada desde que salí del baño cuando Jenna se fue enfadada.

A lo lejos pude ver a mi madre, a Leonardo y a Laura sentados en unas sillas al fondo de la sala. El policía me acompañó hasta allí.

Ninguno de los tres me dijo nada, simplemente se pusieron en pie y miraron al oficial.

—Hemos abierto un archivo con su nombre. —dijo. —El fiscal lo ha marcado como no importante, y tampoco grave. Pero no puede suceder nada parecido. —entonces me miró. —Apúntate a clases de boxeo, no vuelvas a destrozar un bar.

Todos los presentes pudieron notar la sorpresa que me llevé. Abrí mis ojos de par en par y comencé a sudar.

—¿Alguien puede explicarme qué he hecho?

—¿Que qué has hecho? —gritó mi madre. —¡Has estado a punto de...

—Cariño, hablemos en casa mejor. —interrumpió Leo.

Miré a Laura y esta agachó la cabeza. Sabía que algo había sucedido, que me habían arrestado y que había pasado la noche aquí porque aún llevaba la ropa que llevé a la fiesta. Leonardo había pagado la fianza, y cómo no... A él le encanta recordarme todas las cosas que hace por mí.

El oficial se retiró y nos quedamos en silencio, al rato volvió con una bolsa de plástico donde estaban todas mis pertenencias. Cuando me las entregó, firmé unos papeles y nos dejaron marchar.

El camino en coche fue silencioso. Entonces me vi los cortes en las manos. No eran profundos pero dolían.

Me vino a la cabeza un recuerdo que me dejó completamente ida. Recordé que salí del baño y que continué bebiendo. Después estaba todo en blanco, y seguidamente me vi sobre la barra del local forcejeando con uno de los camareros. Recordé que pararon la música y encendieron las luces, que habían botellas rotas por todos lados y que todo el mundo me miraba con miedo.

¿Había vuelto a suceder? ¿Había vuelto a perder el control?

Cabizbaja entré en casa detrás de ellos. En cuanto cerré la puerta vinieron los gritos de mi madre.

—¡Estoy harta! ¡No puedo tolerar esto por más tiempo!

—Tía, deja que descanse y luego...

If not for youWhere stories live. Discover now