Capítulo 13 (3/3)

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Me dejaron en paz, pero ellos creían que estaba tan drogada que no me daba cuenta de que todo el rato estaban cerca, vigilándome por si se me iba la cabeza como en el cumpleaños de Tate. Yo aproveché esa ventaja para actuar de lo más normal junto a mis nuevos mejores amigos.

Jodeos, no estoy loca. Sólo estoy rota por dentro.

Tampoco quería estropearles la noche. Aunque no estuviera en mis cabales sabía que se preocuparon por mí cuando les insinué que algo había pasado con Leonardo, por eso no bebí más y rechacé la pastilla que acababa de ofrecerme Lili.

Ya estaba bastante perjudicada, tanto que a veces mis piernas fallaban y tenía que sujetarme a la chica que no paraba de mirarme como si quisiera comerme.

—Ojalá nos hubiéramos conocido en el insti. —dijo cerca de mi oído. —Nos lo habríamos pasado genial.

Yo no le contesté porque esa canción estaba retumbando en mi cabeza de una manera maravillosa. Levanté los brazos y cerré los ojos para disfrutarla más, y en esas sentí las manos de Lili rodeando mi cintura.

Me besó el cuello y yo me dejé llevar.

Cuando abrí los ojos, detrás de mi acompañante vi a Alba y a Jenna mirándonos. Parecía como si quisieran estrangular a Lili con la mirada. Quise continuar bailando y riendo para que vieran que estaba todo bien y que no corría ningún peligro, pero detuve mi baile en seco cuando la más bajita entristeció su mirada y se fue.

Alba la siguió entre la gente mientras le gritaba algo, pero Jenna no le hacía caso.

—Vuelvo enseguida. —dije intentando deshacerme del agarre de la rubia.

—¿A dónde vas?

—Espérame aquí, ahora vuelvo. —contesté.

Me soltó junto con un suspiro y yo me metí en aquella aglomeración de gente bailando, saltando y salpicándome con su bebida. Me costó, pero conseguí salir y observé a mi alrededor.

Localicé a Tate y a Alba hablando con Jenna cerca de los baños. Las dos hacían gestos en el aire y señalaban hacia la pista, y la de ojos negros mantenía su mirada en el suelo. Llevaba la chaqueta en la mano.

Mientras me acercaba a ellas sus preciosos ojos me vieron, hizo una mueca y se alejó hasta la salida mientras se ponía la chaqueta.

—¡Jenna! —grité.

Alguien agarró mi brazo, detuvo mis pasos y perdí a la morena de vista. Ya había salido.

—Déjala. —me dijo Alba.

—¿Por qué? Está fuera, es tarde y está sola. —contesté.

—¿Ahora te preocupas? —apareció Tate. —Se va a casa, dice que no se siente bien.

—¿Y dejáis que se vaya sola? —casi grité. —Suéltame, quiero hablar con ella.

—Ella contigo no. —me dijo Alba.

Me importaron muy poco sus palabras. Me deshice de su agarre en mi brazo y caminé hacia la salida.

Eso era un caos. No podría decir cuantos coches estaban allí estacionados, pero también había mucha gente con el maletero abierto, escuchando música y bebiendo. Estaba repleto de borrachos, y me preocupé que Jenna estuviera sola por allí.

Con el mareo aún pegándome fuerte, me adentré entre los coches y por fin la vi. Estaba a unos metros por delante, caminaba cabizbaja y chateaba con alguien en su teléfono.

—¡Jenna! —grité.

No se giró, así que aceleré mis pasos hasta que me coloqué frente a ella. Se detuvo, pero no me miraba.

If not for youWhere stories live. Discover now