C1: ELLIE

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ELLIE

—Van a matarnos.

—Tenemos que arreglarlo cuanto antes —asiento.

Nuestro pares de ojos hacen un barrido por el salón de nuestra casa hecha un desastre. Hay lámparas tiradas, decoraciones fuera de sitio, algún jarrón fue usado como vaso y está chorreando, los cojines del sofá están por todo el suelo. Las cortina están arrancadas del sitio. Las tumbonas del jardín ya no tienen los cojines y una de ellas están en el fondo de la piscina. Hay botellas vacías por el suelo, cientos de vasos de plástico y hay hielos derritiéndose en cada esquina. En la lámpara de techo hay unas bragas colgado y no quiero averiguar como llegaron ahí sino como quitarlas sin tocarlas.

El papel de regalo que rompimos está por todas partes.

La tele tiene una gran mancha de algo salpicado y los mandos de la consola están perdidos.

En las escaleras hay una maceta del jardín de mamá que no sé porqué trajeron aquí y la cocina está todavía peor con botellas de refrescos, la barra toda manchada de algo pegajoso, hay un bol a medio comer de gelatina verde y han explotado bolsas de ganchitos por todo el suelo.

—Tenemos que limpiar ya —digo mirando a mi hermano que asiente con la boca abierta y los ojos asustados.

—¿A que hora dices que llegan papá y mamá?

—No lo sé.

—Empieza por el salón y yo colocaré el jardín y junto limpiamos la cocina —sugiere.

Asintiendo echar a correr para empezar y acabamos chocando de frente con el otro.

Cada uno va corriendo a recoger. Intento colocar el sofá y encuentro otra maceta bajo un cojín.

¿Qué ha pasado aquí? Me apresuro a recoger las dos macetas que hay y las llevo al jardín donde mi hermano está levantando las tumbonas tiradas. Los dos nos quedamos petrificados mirando al otro al oír la puerta principal abrirse.

Con el corazón en la boca esperamos atentos hasta que...

—¡Ellie y Eiren! —el grito de papá resuena por toda la casa y el jardín.

Las grandes puertas de cristal delatan donde estamos y los grandes ojos marrones del hombre furioso que tiene a mamá detrás nos señala.

—¡Venid aquí! ¡YA!

Erien asustado deja caer la tumbona y yo dejo las macetas en su sitio antes de entrar junto a mi hermano hasta delante de nuestros padres.

—¿Qué habéis hecho? —pregunta mi madre menos furiosa, con un tomo más suave.

—¿Habéis montado una fiesta a nuestras espaldas? —Pol tiene los ojos rojos de la furia y creo que le falta que le salga humo de la nariz para dar más miedo.

Hagamos una pequeña pausa explicativa.

Yo soy Ellie Hastings y el que tengo a mi lado es mi hermano mellizo Erien Hasting. Erien y yo somos los hermanos más cariñosos y unidos que conocerás nunca. Jamás hacemos nada sin el otro, pensamos al mismo tiempo y hasta tenemos los mismo antojos al mismo tiempo.

El hombre furioso delante de mí que no sé parece en nada a nosotros es nuestro padre o más bien padrastro ya que él no fue quien puso la semillita en la mujer hermosa que tiene al lado que es nuestra madre.

Nuestro padre biológico murió cuando teníamos dos años. Mi madre y él se conocieron en la ciudad natal de mi padre. Mi madre estaba haciendo un viaje por carretera en plan hippie en dirección a Los Ángeles en busca de cumplir su sueño. Y si las casualidades existen. La furgoneta en la que iba pinchó una rueda en mitad de la ciudad, encontró un mecánico cerca y cuando paró a desayunar en una vieja cafetería un chico tropezó y tiró su café sobre su vestido. Ella siempre dice que cuando se miraron a los ojos se enamoraron al instante y me gusta quedarme con esa parte romántica del momento. Quiso quedarse un tiempo allí y en ese mismo restaurante pidió trabajo. La contrataron y encontró una habitación que alquilaba una joven pajera. Mi padre y ella empezaron a conocerse y se enamoraron más. Se dieron mucho amor y de ahí surgimos mi mellizo y yo pero la felicidad duró poca cuando nuestro padre murió.

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