C2: ELLIE

10 4 1
                                    

ELLIE

Un año.

Pretenden separarnos un año entero. El verano está a punto de acabar y quieren que pasemos todo un curso fuera de casa.

—Aquí tenéis los billetes —Pol se los saca del bolsillo al llegar ante el control de seguridad.

Se lo da a Erien y luego el mío, no miro a ninguno de mis dos padres y sigo con la misma cara de pocos amigos desde que nos levantaron hace dos horas.

—Nada de meteros en líos —nos señala a cada uno—. El instuto empieza en una semana, tiempo suficiente para aclimataros, ya estáis matriculados los dos. Ni se os ocurra faltar a clase.

Terminadas las normas proceden a la sensiblería.

—Nos vemos mi vida —oigo que mamá le dice a Erien que se aferra a ella intentando no llorar.

Yo fingo mirar en mi mochila de mano para evitar despedirme de mi padre y de mamá.

\Te quiero muchísimo —le da un beso en la frente y por fin lo suelta.

Me cuelgo la mochila a los hombros dispuesta a seguir el camino al control de seguridad para pasar las maletas.

—Ellie, ¿no vas a despedirte? —pregunta mi padre.

—No —le arrebato mi maleta y sigo caminando.

—Ellie —dice mamá dolida pero la ignoro y ni la miro.

Paso mi maleta y mi mochila por el escaner junto a mis joyas en la cajita y espero paciente al otro lado. Erien pasa detrás de mí y se pone a mi lado a recoger las cosas.

—¿De verdad no vas a despedirte?

—No —tiro de mi maleta revisando mi billete en busca de mi puerta.

—¿De mí tampoco? —pregunta Erien detrás de mí, dolido.

Paro en seco y me giro a mirarlo. Sus tiernos ojitos verdes iguales a los míos me observan con tristeza.

Me apresuro a abrazarlo con fuerza por el cuello.

—Te quiero mucho bollito —murmuro en su cuello.

—Yo también te quiero fresita.

Amamos los bollos de nata con fresas, lo pedimos para todas las fiestas del año. Yo adoro las fresas y él el bollo con nata.

Nos separamos pero no nos soltamos.

—Portate bien —bromea aguantando las lágrimas.

Se le escapa la primera y se la limpio con el pulgar.

—Háblame todos los días y cuéntame todo —le pido emotiva contagiada por su tristeza.

—Te robé tu perfume de fresa para echarla en mi almohada.

Va a conseguir que llore. Me aferro de nuevo a su cuello, quiero ser fuerte por él.

—Podremos con esto —le aseguro.

Él niega con la cabeza.

—No puedo —murmura—. No sé y no quiero estar sin ti.

—Lo haremos —intento infundirle confianza poniendo mi mano en su mejilla y se pega más a ella como un gatito mimoso—. Somos fuertes juntos y separados.

—¿Y si no puedo?

—Si en algún momento no puedes más haré lo que sea para ir o para que vengas conmigo, vale?

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Me da un beso en la mano y por fin nos soltamos. Él mira atrás y se despide con la mano pero yo no me giro.

Breathe in youWhere stories live. Discover now