4. Cambiazo de teléfono

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Esta idea la escribí hace un tiempo en twitter y luego empecé a escribirla, el objetivo era que en  la confusión de las mesas se cambiaran el teléfono, uno de los dos esta preparando el regalo de cumple de un amigo y lo habla por waa con su hermano pero hablan en clave por si acaso entonces cuando r y a tienen los moviles intercambiados al otro le llega un "ya está en un lugar seguro" y se piensa que es un sicario o algo así, entonces le da miedo quedar para devolverle el movil.

Mientras el otro está harto pq el movil no le deja de sonar y le busca desesperado para volver a cambiar los moviles y como esta desesperado al otro le da todavía más miedo y él obviamente no entiende por qué le huye. Se comunican por el movil de dos amigas/os que más que ayudar empeoran la situación, la que está con el desesperado le dice que a ver si va a ser un plan para secuestrarle y la que está con el asustado le dice que a lo mejor es su gran amor.

Era un sábado como otro cualquiera, hacía buen tiempo, las voces llenaban las calles, y Agoney charlaba con Nerea mientras buscaban una terraza en la que poder sentarse a tomar algo; después de unos diez minutos dando vueltas, vieron una mesa libre y se dirigieron hacia allí con prisa.

—Yo paso al baño, ¿vale? —avisó Nerea desviándose del camino para entrar al bar.

Agoney asintió mientras veía a su amiga alejarse, sin quitar su atención del sitio libre que habían encontrado, y todo iba perfectamente bien hasta que, cuando apenas estaba a un paso de distancia de la mesa, una mano con un móvil se posó encima de ella.

—Ocupada.

—¿Perdona?

Levantó la cabeza siguiendo el camino de un brazo de venas marcadas que desembocó en una cabeza bien alta, con una mueca seria y una ceja alzada.

—Que hemos llegado primero, lo siento.

Con incredulidad y poniéndose a la defensiva al notar que aquello no iba a ser un debate amistoso por ver quién se quedaba la mesa, Agoney soltó su teléfono sobre la madera y se lamió los labios antes de erguirse y mirar a su contrincante.

—Me da a mi que no, mi amiga ya está dentro.

—Pues ve con ella, pero la mesa es nuestra —respondió mientras se encogía de hombros, sin cambiar la expresión.

—No veo tu nombre escrito en ella.

—Ni el tuyo tampoco, pero yo he llegado primero.

Mientras Agoney sentía como la rabia empezaba a crecer en su interior, una chica rubia, alta y con grandes gafas de sol se acercó hasta apoyar la mano en el hombro de su amigo.

—¿Pasa algo?

—Nada, que esta es nuestra mesa.

—No, es mí mesa. Estoyseguro que tú y tu novia podéis encontrar otro lugar...

[...]

Las Historias que merecen SerWhere stories live. Discover now