Capítulo 1

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Kara escuchó su ruidosa alarma avisándole que ya era hora de levantarse para ir a clases, todo eso era una mierda para ella, pero en los ultimos días había pensado que sin sus estudios no lograría llegar tan lejos como deseaba.

Luego de frotar sus párpados se levantó de la cama tratando de no hacer mucho ruido, no quería que nadie en su casa la escuchara. Lo primero que hizo fue darse una larga ducha como todas las mañanas, allí se quedó aproximadamente media hora, acurrucada en una esquina, esperando que el pasado se borrara con las gotas de agua. Luego de salir del baño con los ojos rojos de tanto llorar, comenzó a vestirse y finalmente, cuando ya estuvo mejor, se acercó a la habitación de al lado para asegurarse que su hermanita aún dormía. Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver como la niña abrazaba su conejito de peluche y depositaba un beso en la frente del mismo, aún dormida. Kara salió de allí en silencio y volvió a su habitación para guardar los cuadernos que ocuparía durante la jornada escolar.

Lentamente bajó las escaleras esperando no encontrarse con sus padres, pero su deseo interno no se cumplió. Al llegar a la sala se dio cuenta de que Jeremiah se encontraba tirado en el sillón. Su cuerpo estaba derramado sobre este, el brazo derecho colgaba hasta casi chocar en el piso, y en su mano izquierda había una botella de Whisky, típico de él.

Caminó con mucho cuidado hasta el otro sillón ya que allí estaba la billetera de su "padre", y rápidamente la abrió para sacar un poco de dinero sin que este se diera cuenta, necesitaba comer algo o moriría de hambre. Intentando hacer el mínimo ruido la volvió a dejar tal cual estaba y salió de la casa.

Eran las 06:30 de la mañana cuando miró su celular, aún le quedaba una hora y media para llegar al colegio, así que la velocidad de su caminar disminuyó considerablemente, casi a la velocidad de una tortuga. Durante las mañanas no hacían nada interesante para ella, así que realmente no le importaba llegar tarde y mucho menos le quitaba la calma una suspensión más. Por esa misma razón se puso los audífonos para dejarse envolver por la música, las letras y melodía de "Fleetwood mac", "Joan Jett and the blackhearts", y "Stevie Nicks" en solitario eran su única compañía durante las mañanas.

Kara no era de las personas que fumaban todos los días, mucho menos una adicta a la nicotina, pero de vez en cuando encendía un cigarrillo de camino al instituto mientras dejaba volar a su mente. Le gustaba imaginar que tenía una familia normal, que la querían y que la comprendían, pero eso no era así. Jeremiah, su padre, era alcohólico y muy agresivo. Eliza, su madre, una mujer que sufría de violencia doméstica por parte de su esposo.

Kara más de una vez intentó salvarla de ser golpeada, pero cuando la policía llegaba, Eliza comenzaba a negar inmediatamente todo lo sucedido. Siempre que le hacían preguntas fingía haber tropezado, o simplemente decía que su hija había malinterpretado las cosas, ¿y qué sucedía luego? Jeremiah la reventaba a golpes una vez más, y por supuesto, a Kara también.

—Una mierda todo—Habló para sí misma, soltando el humo y sacando una barra de cereal que había comprado el día anterior.

Algunas veces no encontraba nada en la despensa para ella y esas barritas la salvaban, claro está que debía sacarle dinero a escondidas a Jeremiah para comprarlas, o también podía ir a casa de su amiga Imra para comer algo, la señora Ardeen siempre la recibía a ella y a su hermanita con los brazos abiertos.

No supo cómo llegó, pero cuando se dio cuenta de la hora ya estaba de pie frente a la gran entrada del colegio.

—Aquí vamos por otro semestre, y ojalá sea el último en que estos viejos me hinchen las bolas que no tengo.

Con cara de pocos amigos entró a la sala de clases y se fue hasta la última fila, estando allí lanzó la mochila con brusquedad sobre la mesa para luego sentarse junto a la ventana. Desde ese puesto pudo ver lo que sucedía en la calle, la mayoría de las personas se veían apresuradas y estresadas como todo día lunes.

Aprendiendo a leerte • AU SUPERCORPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora