Brenda Callahan pasa sus días entre correos, tecnología y catálogos, además de su vida universitaria, ser la asistente de una prestigiosa diseñadora de interiores consume sus días, pero no es hasta que su jefa le manda un trabajo especial que siente...
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27 de enero 2021
—¿Qué piensas sobre la novia de Mark?
Alzo la vista rápidamente hacia Cecile que me observa de vuelta con interés.
—Pues es bonita.
—Si, pero tiene aires de superioridad ¿lo sentiste? —Entrecierra sus ojos hacia mí, me remuevo en mi lugar mientras observo el cielo oscurecido a través del ventanal de su oficina.
Es tarde, como la semana anterior tuve un seminario en la universidad en la mañana y tomé mi clase de la tarde antes de volver a casa, ducharme y venir a hacer mi trabajo de hoy, para mi buena suerte Cecile decidió que necesitábamos ponernos al día con el trabajo y se ha quedado, pero solo hasta la hora de la cena, lo cual es dentro de media hora. Por mi parte debo quedarme hasta medianoche como habíamos acordado.
Al menos, por el momento, no hay otros eventos a los cuales deba asistir por lo que no necesitaría quedarme otra noche aquí hasta nuevo aviso.
—Me parece que es bastante segura...—me limito a responder, conocimos a su casi nuera ayer, tengo que decir que ella me pareció odiosa, sin embargo, Mark Spencer parece lidiar muy bien con ella como para incluso hacerla su novia oficialmente.
Cecile sacude la cabeza riendo ante mi limitada respuesta mientras teclea furiosamente en su laptop, por mi parte anoto en la agenda del iPad los compromisos que he anotado en mi agenda de papel.
—De hecho, esa superioridad dice mas de sus inseguridades que cualquier otro aspecto—Me señala con su bolígrafo antes de inclinarse para firmar los documentos que traje hace un momento—. Mi hijo tiene mal ojo la verdad, pero no voy a involucrarme en ello. Él solo descubrirá su mala elección—Alzo las cejas evitando aclarar mi garganta, en su lugar me pongo de pies recogiendo los documentos que firmó antes de encaminarme a la puerta.
» Sé lo que estás pensando—murmura antes de que pueda salir.
—Con todo respeto señora Spencer, pero estoy segura de que no puede leer mentes—Giro sobre mis talones para enfrentarla, ella me observa desde su lugar balanceándose en la silla giratoria. Sonríe desde su lugar, conocedora, en este momento realmente podría creerme que es psíquica, pero no lo es, ella solo sabe mantener todas las situaciones bajo control para mover los hilos como le da la gana.
—Piensas que soy de esas madres que siempre le controlan las relaciones a sus hijos y no los deja ser felices y ninguna chica le gusta para ellos y bla bla bla.
—Odio admitirlo, pero si, en parte si es mi pensamiento, solo que al parecer no todo es tan...negativo—Cecile me observa sin borrar la sonrisa, honestamente me inquieta que lo haga. Las sonrisas que le he visto mientras he trabajado con ella son contadas.
—Eres astuta.
—O usted no se ha esforzado en ocultar el rastro—Ladea la cabeza restándole importancia, relamo mis labios hundiendo los hombros antes de volver sobre mis pasos para sentarme—. Dígame ¿Por qué?
