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~Evora Martin~

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~Evora Martin~

Luego del drama de anoche an la cocina, tuve que resignarme a que mi padre no daría su brazo a torcer, debía obedecerle. Papá se había puesto a la tarea de conseguirme un tutor, estaba desesperado. Se notaba.

Clover estaba sentado a mi lado en la clase de Álgebra en la que estábamos, era viernes y la primera clase incluía números ¡vaya manera de empezar el día! Él se había sentido apenado por mi situación y me deseó suerte, pero sentí que era más un deseo para el valiente que iba a enseñarme. El lugar era amplio y aún así sentía todas las miradas de mis compañeros cuando me pidieron resolver el ejercicio de la pizarra. A lo lejos había un recuerdo del procedimiento que se utilizaba para resolverlo, no lo tenía claro. El profesor se veía feliz de mi sufrimiento, esperaba que no lo estuviera disfrutando.

—No sé hacerlo, profesor —me disculpé y camine a mi asiento. Casi como si lo esperara, se puso de pie.

—¿Alguien más quiere intentar? —pregunta a mis compañeros, la segunda más lista del salón pasa al frente.

Una sabelotodo, lo que me faltaba para que me humillaran más.

—Oye, no seas tan dura contigo misma. Era un problema difícil —me anima mi mejor amigo.

Las siguientes cinco horas de mi vida las paso entre las paredes del instituto y sus clases aburridas. Al salir de ellas, me voy directo a casa esperando a mi tutor que llegaría en cualquier momento. No es como si tuviera expectativas sobre el asunto, solo quería que acabara pronto.

~×~

—Imagino todos los planes que me perdí por no aprobar ese estupido examen —me dije a mi misma con enojo.

¡Los viernes eran mi día favorito! Y ahora estaba condenada a pasar estos días en casa en vez de en alguna fiesta con mis amigos.

—Imagina entonces que sigues siendo la niñita buena de papá y no te ha castigado —dijo mi hermana entre risas mientras se arreglaba el rímel. Ella sí iba a salir —.
Eso de ser perfecta debe ser agotador.

—No soy perfecta, hermana. Y si al menos una vez actuaras como tal, tú podrías haberme enseñado álgebra —le reprocho y logro captar su atención—. Obviamente no te importa nada —dije con rencor en mi voz.

En ese momento, las llaves de papá sonaron al abrir la puerta. Tras él, un joven apuesto entró también, supuse que era el chico del que papá me había hablado días antes.

—¡Oh, que sorpresa encontrarlas a ambas aquí! Chicas, les presento a Benjamin Smith —papá se mostró sonriente y el recién mencionado algo ensimismado, mi hermana y yo estábamos molestas, pero ambas por distintas razones.

El chico se acercó a nosotras y estrechó su mano conmigo.

Él me miró a los ojos y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

Yesterday #PGP2023Where stories live. Discover now