〔 Epílogo 〕

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No estaba seguro de cuánto tiempo pasó dormido, pero asumió que fue bastante cuando miró en el reloj de su pared -además de la poca luz que se asomaba por su ventana- que era el día siguiente a su regreso.

Las voces distantes de los aldeanos que vivían en su santuario fueron su recibimiento cuando finalmente salió de la cama, sintiéndose cansado en exceso de todo lo que había sucedido el día anterior.
Estaba tan cansado que ni siquiera había ido a hablar con el Profeta, se había tumbado a la cama y no supo más de sí hasta el día siguiente.

Con pereza bajó hasta su pequeño pueblo, siendo recibido gustoso entre los pueblerinos, quienes le informaron del pequeño desastre en su sótano.

Oh bien, una cosa más de la que preocuparse.

Juan agradeció a sus habitantes y se dispuso a reparar todo lo que lo necesitara en el santuario, dejando como última reparación su sótano, que suponía era lo más destruido.

Una vez todo volvió a la normalidad en el exterior de su hogar, Juan se puso manos a la obra reparando todo lo que aquella versión alterna suya había destruido, y habría continuado así de no ser porque notó que una de sus bodegas se encontraba vacía, con una única nota que decía "usted ha sido robado por El 8". El pobre hechicero se alarmó pensando en que aquel poderoso bastón estaba en manos de cualquier loco del pueblo, era demasiado poder para una sola persona y ya había visto de sobra lo que le pasaba a la gente con demasiado poder.

No mataría a dos personas en menos de una semana, no señor.

Sin siquiera haber terminado sus deberes Juan corrió como alma que se llevaba el Diablo fuera de su santuario, no sabiendo realmente por dónde comenzar a buscar el bastón, tal vez podría preguntarle al Profeta y aprovechar en cumplir su promesa de ir a visitarlo.

-¡Eh, Juan!, ¿a dónde con tanta prisa?

En su carrera escaleras abajo se topó con Tanizen y Noni, ambos parecía que iban de camino a su hogar, y al notarlo tan alterado rezaron internamente que no se tratara de otra cosa más grave.

-Perdón pero no puedo platicar ahorita. Hay algo en el santuario que desapareció y necesito ir a buscarlo y yo-

-Señor hechicero, respire por favor.- Fue interrumpido por la vaca, dándose cuenta así que había comenzado a hablar tan rápido que se estaba quedando sin aire.

-Relájate coño, dinos que pasó, tal vez te podamos ayudar.- Habló esta vez el hombre rubio, poniendo su mano en el hombro del colombiano.

El hechicero suspiró, sabiendo que le vendría bien algo de ayuda para buscar aquel poderoso objeto.

-Perdón; es que alguien se metió al santuario a robar algo poderoso que tenía guardado ahí.

-¿No habrá sido el otro tú?- Preguntó Tanizen, a lo que el colombiano negó.

-No, me dejaron una nota diciendo que me había robado "el 8", y el lugar de donde el otro Juan tomó el dedo no tenía una nota.

-Además si el otro Juan hubiese tomado lo que sea que le falta lo habría usado también para pelear, ¿no lo cree señor?

-Bueno, tienes un punto ahí.- Tanizen comenzó a pensar en si había visto algo inusual en alguno de sus compañeros, algo que se viera sospechoso o que indicara que hubiesen estado en el hogar del hechicero.

Y fue entonces que le llegó a la cabeza el recuerdo de cierto híbrido yendo a su local con lo que proclamó era el bastón del Profeta.

-Me cago en la puta. Juan, ¿de casualidad te robaron un bastón?

〔Why'd It Have To Be Him?〕; SpruanWo Geschichten leben. Entdecke jetzt