T‐22

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Pov. Jennie

Un momento de dolor.

Seguido por la sensación más deliciosa, que jamás haya experimentado.

Yaciendo abierta ante esta mujer, una con el poder de incinerar todo pensamiento racional de mi mente, me rindo al momento y grito con cada empuje de sus seguras caderas.

No puedo pensar con claridad.

Cada gemido que ella hace me llena de tanto anhelo, que temo entrar en combustión por la emoción de finalmente actuar sobre mi deseo más profundo y oscuro.

Una fiebre recorre mi cuerpo, mientras se ajusta a su longitud completa.

Su respiración es errática, al igual que el ritmo de sus movimientos, mientras bailamos al son de la marea creciente de nuestros crescendos.

Alcanzo el mío primero, cuando sus dedos serpentean entre nosotras y comienzan a masajear mi clítoris en espirales lentos y tortuosos.

El orgasmo crece y crece, hasta que no puedo sostener mis piernas por más tiempo y me deshago a su alrededor.

Su orgasmo sigue poco después del mío.

Es igual de crudo, con escalofríos recorriendo su espalda y su brazo, que está envuelto con fuerza alrededor de mi espalda en un intento por mantenerme quieta contra ella.

Un momento de paz compartida nos inunda, mientras mantenemos nuestras respectivas posiciones para recuperar el aliento.

La habitación huele a humedad y sexo, y sonrío feliz en su hombro, sintiéndome segura en sus brazos.

"Ojalá pudiera verte, Lisa"

Es un sentimiento que no experimento a menudo, el arrepentimiento de perder algo que nunca tuve en primer lugar.

Pero escuchar las respiraciones entrecortadas de Lisa, saborear su almizcle salado en mi lengua, oler su Perfume Celine.

Por primera vez en mi vida el conjunto de mis otros sentidos no es suficiente, para contrarrestar la pérdida de nunca ver a Lisa mirarme en este momento.

-Eso fue increíble-ella dice y besa tiernamente mi piel justo debajo de mi oreja.

Me estremezco.

-Eres increíble-le digo genuinamente y enderezo mi columna dolorida.

Cuando da un paso instintivo hacia atrás para darme un poco de espacio, envuelvo mis piernas alrededor de ella con más fuerza y agarro su rostro con ambas manos.

-No te muevas-le susurro y le doy un pequeño beso en los labios.

Sin que yo tenga que preguntar, Lisa entiende exactamente lo que necesito y se queda perfectamente quieta ante mí.

Mis dedos recorren la longitud de su mandíbula, suben por sus pómulos altos y cruzan su frente.

La siento cerrar los ojos, mientras mis pulgares trazan los largos arcos de sus cejas.

-Ojalá pudieras verme, Ruby Jane-admite en voz baja-¿Me odias por desear eso?

Me trago una bola de emoción, que intenta escapar de mi pecho.

-Solo tanto como me odio a mí misma, por desear lo mismo.

No se pronuncian más palabras, mientras Lisa me permite el honor de explorar la forma de su rostro.

Debajo de las yemas de mis dedos y la superficie de mis palmas, siento una obra maestra más hermosa y robusta que cualquier estatua que pueda construir de ella.

¿Puedo tocarte?/Jenlisa(G!P)Where stories live. Discover now