Prólogo: Jupiter y el rey sol

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Cuando nuestro sistema era muy joven, sólo era una nube de gases que permanecía estática en el vasto universo

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Cuando nuestro sistema era muy joven, sólo era una nube de gases que permanecía estática en el vasto universo. Dos puntos en aquella nube empezaron a absorber todos los gases dentro de ella.

Uno de esos puntos fue avaricioso y jaló a prisa todos los gases que pudo para que el otro punto no lograra ser más grande que él.

El avaricioso punto alcanzó a ser tan grande y empezó a arder: él es el luminoso, imponente y magnificente rey sol.

El punto al cual le robaron su grandeza no alcanzó el tamaño para arder y jamás obtuvo su brillo propio: él es Júpiter.

Júpiter es una estrella fallida y el Sol un hermano egoísta. Una lucha de poder para ver quien reina sobre el sistema solar.



—¡Papá!— gritó Chloe Bourgeois siendo detenida por dos guardias del palacio

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¡Papá!— gritó Chloe Bourgeois siendo detenida por dos guardias del palacio. Las lágrimas de la fémina salían desesperadas de su rostro mientras su rostro ardía y ella se ahogaba con su propia saliva. Su padre, aquel que alguna vez reinó sobre toda Francia, ahora caminaba hacia la horca rodeado de una multitud enardecida.

Volteó hacia la familia Agreste, los que alguna vez habían sido sus aliados más leales y que ahora habían sido los que habían orquestado este golpe de estado.

Miró hacia el nuevo rey, aquel que hasta hace poco consideraba su mejor amigo y mayor compañero de aventuras, por el que incluso llegó a sentir podía compartir una vida a su lado: Adrien Agreste.

—¡Por favor, Adrien, no puedes permitir esto!— suplicó raspando su garganta, tratando de batallar inútilmente contra la fuerza de los guardias.

El rubio ni siquiera volteó a verla. Su expresión era tan fría, tan ajena y dura. Ese no era el chico que alguna vez conoció.

Con a penas agachar un poco la cabeza, Adrien dio la orden y el cuerpo del antiguo rey colgaba sin vida.

Chloe se quedó inmóvil por un par de segundos, sintiendo como por el pasar de los segundos su corazón se iba haciendo cada vez más añicos y el aire desaparecía de sus pulmones.

¡¿Cómo pudiste?!— salió de su boca en forma de un grito desgarrador, acompañado de un montón de sollozos y gemidos del mayor dolor que había atravesado en Hidra su vida.

—Escuchen, pueblo de Francia— anunció el nuevo rey a todos los presentes.— Hemos atravesado épocas difíciles, lo sé, la mala administración de mi antecesor junto con la repentina plaga que cayó en invierno cobró la vida de muchos de nuestros seres queridos.— Su voz tenía un falso tono de empatía, pero proyectaba la confianza suficiente para que el pueblo creyera en él. — Mi familia vivió de primera mano la muerte de mi querido gemelo, Félix; lo que sirvió para abrirnos los ojos que si nosotros, los más cercanos a la familia real, éramos ignorados, las condiciones de los plebeyos eran aún peor. — La mirada en la gente del pueblo parecía tener un brillo de esperanza, como si estuvieran viendo el sol de un nuevo amanecer. Chloe sentía que el alma se le consumía poco a poco, por cada palabra. — No nos complace haber tenido que llegar hasta estas medidas, pero crean en mí cuando les digo que como su nuevo rey, por fin Francia regresara a su vieja gloria.

Hubo un par de segundos de silencio. Chloe volteó a su alrededor ¿Acaso no estaban de acuerdo con él? ¿Se iniciaría una revuelta? ¿Alguien más odiaba tanto a Adrien Agreste como lo hacía ella?

—¡Larga vida al Rey!— gritó con fuerza un hombre en la multitud.

—¡Viva!— empezaron a gritar las personas. Y repitieron la misma frase un par de ocasiones más.

Así que este era el pueblo que tan leal se presentó al antiguo Rey André Bourgeois alguna vez. Que asco. Tenía ganas de vomitar, muchas ganas.

Era toda una mezcla de emociones dentro de ellas.

La mano de su madre se posó sobre su hombro y lo apretó con fuerza.

—Todo esto pasó porque naciste mujer ¿Lo sabes?— susurró a su oído.— Desde el día que fuiste su primogénita, tu padre vio su reinado caer, sólo era cuestión de cuándo.— expulsaba con tono de desprecio total. — Si fueras hombre, los Agreste no nos hubieran destronado con la excusa de no tener sucesor legítimo al trono. Esto es tu culpa, grábatelo bien.

Chloe se grabó las palabras, y así como Júpiter, contempló desde la distancia al nuevo rey sol que le había robado toda su gloria y destino.

Aunque claro, ella no estaba dispuesta a quedarse de brazos cruzados,

Ladrona de tronos (Lukloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora