2. Júpiter y su polo azul

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La sangre azul corre por tus venas, pequeña Chloe, eso jamás lo olvides.

Los simples mortales ven al azul como el color de la tristeza y melancolía, pero los destinados a la gloria saben que el azul es la marca de todos aquellos destinados a la corona.

Así como Júpiter. A nuestro coloso cuyo triunfo fue robado, lo marca un peculiar polo sur de color azul. Es curioso porque todos los colores del gigante se muestran cálidos, pero justo ahí, esa cara que no le muestra a los demás, hay fuego azul.

Fuego azul, el rey del fuego, la única expresión pura de este elemento; ardiendo a temperaturas inimaginables, alimentadas por el rencor que le nace cada vez que ve al sol.

Fuego azul, el rey del fuego, la única expresión pura de este elemento; ardiendo a temperaturas inimaginables, alimentadas por el rencor que le nace cada vez que ve al sol

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Chloe esperaba en ese pequeño claro de luna algo alejado del castillo. Observaba la carta que le había dado aquel extraño guardia después de llamarlo a su habitación; si era honesta le parecía curioso que alguien sin apellido supiera escribir.  No era buena idea hacerle caso a un desconocido por muchas razones:

1. Era una Bourgeois. Fuera del castillo, mantener la cabeza pegada a su cuello era un milagro por el número de enemigos que tenía.

2. ¡Vamos! ¿Se necesitan más razones? El bastardo aquel podía haberle puesto una trampa incluso sólo para secuestrarla y ella ahí poniéndose en bandeja de plata.

Aún así...

—Su majestad, sí vino.— La rubia regresó su mirada hacia donde venía la voz. Era el guardia, pero esta vez sin su armadura.  Tan pronto la vio lo primero que hizo fue ponerse de rodillas frente a ella.

Chloe se sentía más asustada que halagada, el extraño comportamiento servicial y amable que le mantenía aquel sujeto era sospechoso, más cuando se decía de él un guardia leal al rey Adrien.

Pero la carta que le dio expresaba cosas totalmente opuestas a lo que cualquiera esperaría de un guardia leal.

—Dejémonos de formalidades y dime ¿Es cierto lo que escribiste? No te uniste al ejercito del rey a servirle ¿O sí?— preguntó la fémina a la expectativa. El chico elevó su mirada y sin despegarla de ella, le lanzó una sonrisa juguetona mientras acercaba los nudillos de ella a sus labios y depositarles un pequeño beso.

—Por supuesto, mi lealtad completa está con la casa Bourgeois, y por lo tanto, con usted. — Sus ojos eran sumamente azules, como el reflejo de un río en pleno verano, con el mismo brillo. Una vez más podía ver como ese chico no titubeaba jamás, parecía siempre tener la misma determinación.— Usted es la sucesora legítima al trono, y yo le daré su trono así tenga que entregar mi propia vida.

Por muy tentadora que sonase la oferta, no era ingenua; para todo el odio que había recibido últimamente, creer en él de inmediato sería demasiado inocente. Nada le decía que esto no fuera una trampa de Adrien para poner a prueba si ella se rebelaría contra él o no.

Ladrona de tronos (Lukloe)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant