"Los Bourgeois no tienen sucesor al trono, sólo tienen a una mujer."
Con ese estandarte, los Agreste le robaron el trono a los Bourgeois dejando en el trono al perfecto e imponente Adrien; aquel que Chloe juró desde su infancia, sería su mejor amigo...
Un gran coloso y una barrera que él mismo construyó. Júpiter se acompaña de un bello cinturón de asteroides, pero tan inhóspito y vacío de vida. Se dice que Júpiter mismo fue quien lo construyó y con su gravedad evita que las rocas caigan e impacten con otros planetas.
Sea como sea, una cosa clara: Júpiter ya no lo construye más.
Con cada traslación que hace, se lleva consigo un asteroide y lo hace perderse en otro paraje del espacio.
Tú que dices, pequeña Chloe ¿El coloso derrumba su muro porque se cansó de proteger a los malagradecidos? ¿O más bien derrumba el muro para poder ver más allá de todo lo que se había perdido?
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En su cabeza Chloe no había dejado de repasar lo sucedido con Luka hacía ya tres noches. Hoy la supuesta "misión" a la que había sido enviado Luka daba por terminado, por lo que pronto se lo encontraría rondando los pasillos del castillo nuevamente y aún no estaba segura de cómo actuaría frente a él.
¿Cómo se las había arreglado para que sus compañeros de tropa no notaran su ausencia durante su misión? ¿Será acaso que ellos también eran sus aliados?
Hablando de aliados, la fiesta también había sido productiva; y aunque lo negó en su momento, quizás la lista de los asistentes de la fiesta sí era importante después de todo. Gracias a esa lista, pudo observar que hubo cierto sector de mercaderes que decidió no hacer presencia en la fiesta, como si se hubieran congregado para ponerse de acuerdo, y era bastante interesante a decir verdad: los banqueros del lado norte del reino.
Por un lado sonaba bastante arriesgado para ser cierto. Si de verdad los banqueros del lado norte estaban en contra del nuevo rey o no estaban interesados, deberían haber sido lo suficientemente listos como para darse cuenta que no asistir a la fiesta le haría levantar sospechas al rey; pero aún así alguna razón buena debían tener para que tomaran ese riesgo, una razón que ella pudiera aprovechar.
—Monsieur, me halaga.— En los pasillos del castillo a veces se escuchaban las voces de las sirvientes fingiendo timidez ante el comentario pícaro de alguno de los guardias.
A su parecer las sirvientas eran totalmente ingenuas.
Muchos de los caballeros que resguardaban el castillo se les subían los humos a la cabeza, y aunque la mitad de la nuevos caballeros de la corte no pertenecían a las familias nobles, ellos sí se sentían así. Muchas de las sirvientes no terminarían siendo más que amantes y finalmente cuidarían de un hijo bastardo. En el caso de ellos, terminarían cachando suerte con alguna hija de un burgués.
La vida era una montaña de desigualdades.
—Monsieur, por favor, aquí no.— se le escuchaba decir con vergüenza y una pequeña risilla a la desafortunada sirvienta.
Chloe avanzaba con pasos lentos. No podía ver a la pareja, pero en cuanto más se acercaba a la esquina de aquel pasillo más clara era la voz de la fémina. Sea como sea, sabía que en cuanto cruzara la esquina importunaría a la pareja con su sola presencia y por muy loco que sonase, no quería eso. Prefería darles su tiempo hasta ese inevitable momento.
