"¡Jake!" llamas a tu hermanastro, tu voz resuena por todo el pasillo y llega a sus oídos. Él suspira y camina hacia tu habitación, solo para encontrarte, con la cabeza inclinada sobre tu escritorio con frustración.
"¿Qué pasa?", te pregunta juguetón, dándote un codazo en el hombro y riéndose de tu estado depresivo. Asumió que era solo un trabajo escolar que no podías entender.
"No puedo resolver esto" te quejas molesta, tirando el bolígrafo con frustración. Levantas la mirada hacia él, "¿Tal vez puedas ayudarme?" le preguntas en voz baja, agitando las pestañas hacia él.
"Todo el mundo sabe que soy el mejor en matemáticas" presume, moviendo las cejas arriba y abajo. Se inclina sobre tu silla, con la cara a un palmo de la tuya. No puedes evitar admirar su perfil lateral y la forma en que sus cejas se fruncen pensando mientras trata de entender la pregunta de matemáticas. "La ecuación está en el libro, no en mi cara", se ríe, después de darse cuenta de que lo miras fijamente.
Tu rostro se pone rojo ante sus palabras y miras el libro de texto frente a ti, evitando su mirada. Pero ahora, no había forma de que te concentraras, cuando tienes su cara tan cerca de la tuya sonrojada.
"Caramba, ¿por qué no tienes otra silla aquí? Me estoy cansando de estar de pie" dice dramáticamente, colocando sus manos en sus caderas y pretendiendo estirarse.
"Puedes sentarte en mi silla" ofreces con cautela. Te pones de pie, alisándote la falda y él no puede evitar mirarte el trasero mientras miras hacia el otro lado. Traga saliva y se sienta en la silla, donde tu lindo trasero estaba sentado hace unos segundos.
"No me importaría que te sientes en mi regazo t/n. No quiero que te canses de estar de pie" enfatiza, palmeando sus muslos. Lo miras por un segundo y te rindes. Primero te sientas en la punta de sus rodillas, justo en el borde, pero rápidamente envuelve sus manos alrededor de tu cintura y te acerca más, hasta que tu espalda está contra su pecho. Dejas escapar un suspiro silencioso que él parece ignorar.
"Okey entonces... Veamos" Él entrecierra los ojos en el libro de texto y agarra el bolígrafo que tú arrojaste anteriormente, y marcó algo en la página. Miraste sus manos perfectas, dedos gruesos que encajarían perfectamente dentro de ti...
Respira hondo, aspirando involuntariamente el aroma de tu champú. Deja escapar un profundo suspiro cuando se da cuenta de que no podrá concentrarse ya que está teniendo una erección. "t/n, no creo que pueda concentrarme si sigues apretando así", advierte, poniendo sus manos en tus caderas una vez más.
Inmediatamente te congelas y dejas escapar el aliento que has estado conteniendo. "¿Eh?" le preguntas inocentemente, esperando (o no) que lo hayas escuchado mal.
"Me pondré duro si sigues apretando ese pequeño coño sobre mí", deja escapar sin rodeos, suspirando una vez más.
"L-lo siento" te disculpas, tartamudeando con incredulidad.
"Está bien" asegura, sus manos ahora frotan tus costados suavemente "A menos que quieras que me ponga duro..." Él dice con un ceño fruncido falso que cubre sus rasgos y decides deslizarte hacia atrás en su entrepierna y aplastarlo.
No puede detener el gemido que escapó de sus labios carnosos, perdiendo el control de sí mismo ya que definitivamente siente que se está poniendo duro ahora. Problema matemático olvidado, te levantas y lo enfrentas, arrodillándote frente a él y colocando tus manos sobre sus rodillas. "¿Puedo verlo?" Preguntas con esperanza, los ojos brillando de emoción.
"¿Cómo podría decirte que no?" dice, tirando ya de los hilos de su sudadera y bajándolos junto con su ropa interior. Su polla medio dura salta, antes de descansar sobre sus muslos. Lo miras boquiabierta, se te hace agua la boca al verlo. "¿Quieres probar?" pregunta, agarrando su base y acariciándola a un ritmo lento.
