4. Dagas

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No me atreví a mover nada de la caja, la tapé de nuevo cuando comencé a escuchar pasos en el pasillo y luego la arrojé al fondo del escritorio y le puse una manta encima

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No me atreví a mover nada de la caja, la tapé de nuevo cuando comencé a escuchar pasos en el pasillo y luego la arrojé al fondo del escritorio y le puse una manta encima.

Moví un par de zapatos y los coloqué justo arriba de las gotas de sangre del piso.

Solo segundos después de colocar los zapatos, la puerta de la habitación se abrió. Me di la vuelta ocultando el nerviosismo.

—Papá —saludé.

Llevaba un pantalón de pijama negro con una camiseta del mismo color, sus manos estaban en sus bolsillos y su mirada repasó sigilosamente cada centímetro de la habitación.

—Camille —pronunció mi nombre con sospecha—. ¿Qué haces aquí?

—¿Acaso tengo prohibida la entrada? —bufé, dándole una sonrisa burlona.

—La entrada a las 3:30 de la madrugada la tiene prohibida incluso Hastien —devolvió papá y me dio una sonrisa fingida.

—Salí con Alice —expliqué para relajar el ambiente, ¿o solo era yo la que estaba alterada? Papá se miraba fresco, con su habitual actitud— y olvidé las llaves de mi departamento en su casa. Me quedaba más cerca venir aquí que regresar por las llaves.

Le dio una última mirada a la habitación y se rascó el puente de la nariz con cansancio.

—Solo duérmete ya —apagó el foco de la habitación y cerró la puerta luego de salir.

Definitivamente no me había creído una mierda pero por lo menos se fue para que yo pudiera esconder la caja.

Me aproximé a la puerta y le puse el seguro, prendí de nuevo la luz y quité la manta. Cuando hice aquello me arrepentí, porque ahora tenía una manta que limpiar también.

Quité los zapatos de la sangre del suelo y rápidamente fui al baño para lavarles la suela. Tomé una camisa vieja de mi closet y con ella limpié la sangre del suelo y la de mi escritorio manchado.

Usé una bolsa negra para echar la caja y que dejara de manchar la habitación y la metí a una pequeña caja fuerte que tenía en la habitación. Era rosa y tenía pegadas fotos de cantantes que me gustaban cuando era una adolescente. No levantaría ninguna sospecha. Seguramente mis padres creerían que estaba llena de cosas de chicas.

Era el lugar perfecto para esconder cosas peligrosas.

Terminé de limpiar todo eso y al final destrocé la playera llena de sangre con ayuda de unas tijeras e hice que se fuera por en váter.

Una vez hecho eso me recosté en la cama, pero como era de esperarse no podía dormir, ni siquiera me atrevía a cerrar los ojos.

Miles de pensamientos me atormentaban, pero no podía dejar que esas sensaciones se apoderarán de mí, eso solo me haría vulnerable y un blanco facil.

Verdad (trilogía CM #2)Where stories live. Discover now