11. Sangre y castigos

225 15 0
                                    

NARRADOR OMNISCIENTE. 

La vida era una broma. Mientras que Los hermanos mayores corrían para salvar su trasero, los hermanos menores disfrutaban de una escandalosa fiesta en la residencia de los Coleman.

Hastien tenía acorralada a una chica contra la pared de uno de los pasillos de la enorme casa. Carsten miraba animadamente como una gran parte de los chicos jugaban a verdad o reto sentados en un círculo en el suelo.

El anfitrión y organizador del evento, o sea Dashiell, se servía tranquilamente el séptimo vaso de vodka, ¿O era el décimo? Ya había perdido la cuenta.

Nash —quien estaba en el círculo de verdad o reto—, se dispuso a sacar sus más maquiavélicos atrevimientos para los participantes del juego.

—Reto —contestó un chico causando una bulla entre todos los participantes.

—Besa a quien más atractiva te parezca del círculo —lo retó alguien.

El chico le echó una ojeada a Lennia, ella se encontraba sentada al lado de Nash. La rubia hizo una mueca ante la mirada del chico.

—Si ella quiere, claro está —se entrometió Nash.

El chico se abalanzó sobre una pelinegra que estaba del otro lado del círculo quien recibió gustosa el beso, ya que prefirió desistir de Lennia por la mala mirada que le lanzó Dashiell desde lejos y por el tono de advertencia en el comentario de Nash. Lennia se levantó se aquel sitio y caminó a Dashiell.

—¿Todo en orden? —preguntó Dashiell rodeando los hombros de Lennia con el brazo. Le ofreció del vaso que bebía pero ésta negó.

—Me voy a casa —dijo y bostezó después—. Tengo clases a primera hora y dos exámenes.

—¿Quieres que te lleve?

—¿Y arriesgarme a tener un accidente? —bromeó ella señalando con la mirada el vaso de vodka.

—Yo puedo llevarte —se ofreció Carsten.

—Gracias, chicos. Pero vengo en el coche de mamá.

—¿Y ella lo sabe? —se le burló Dash.

—No, pero sé que prefiere que tome el auto sin permiso a que venga sola a una fiesta y tenga que depender de que algún desconocido me lleve a casa —contestó Lennia.

—Vale, pero ve con cuidado —dijo finalmente Dashiell.

—Despídeme de Dareck si lo ves, lo perdí de vista en cuanto llegué. Tal parece que ese cabrón huye de mi —bufó ella.

—Por dios, Lennia —bufó Dash cínicamente, pues sabía que su mellizo si huía de ella—. ¿Por qué él haría eso?

—Olvídalo... —ella ya se iba pero se detuvo a unos cuantos pasos—. ¿Sabes dónde está?

Dashiell se encogió de hombros. Lennia miró a todos lados y optó por subir a su habitación, era lo más lógico, seguro que Dareck estaría ahí.

—Dareck —lo llamó Lennia al llegar a la puerta de su cuarto.

No hubo respuesta, sin embargo, se escuchaba ruidos dentro dejando en evidencia que él si estaba en su habitación.

—¡Dareck, estoy escuchándote! ¿Podemos hablar? —Preguntó Lennia—. ¿Puedo saber que te hice?

No hubo respuesta de nuevo colmando la paciencia de Lennia, ella abrió la puerta y entró sin permiso.

Dareck estaba sentado en su escritorio enfocado en el computador sin prestar atención al exterior.

Verdad (trilogía CM #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora