16. Nada es lo que parece

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NARRA JAMES

Miré la puerta por dónde Camille se fue acompañada de mis hombres hace horas. Terminé mi whiskey y dejé el vaso sobre el escritorio.

—Señor, lo buscan —avisó Bryan.

—¿Quién?

—Es una mujer, no quiso decir su nombre, dice que usted la conoce —respondió. Creía tener una idea de quién podía ser.

—Llévala a la barra, voy en unos minutos —dije.

Asintió y se retiró. Caminé hasta la gaveta blanca que estaba a mi costado derecho y la abrí, saqué el computador. Ese computador solo tenía una función. Recordarme mi objetivo.

Lo puse en mi escritorio y me senté en el sofá al frente, las imágenes de Camille iluminaron la pantalla. Esa pequeña perra lo arruinó todo.

Lo arruinó tanto como Kaleb. Tenía mi venganza clara hasta que me relacioné con ellos. Camille era demasiado bella para ser ignorada y masacrada como me hubiera gustado hacerlo, para después poder enviarle su cuerpo en trozos a Abel Miller.

Pero dejando de lado su belleza, poseía un carácter que me volvía loco. No lloraba ante el miedo. No se escondía del peligro. Y nunca huía de los problemas. Era demasiado inteligente para saber que la alcanzaría.

Ella era perfecta para mí.

No podía destrozarla como quería.

Kaleb por otro lado era un hijo de puta que sabía jugar sus cartas. Jugaba los papeles necesarios para conseguir lo que quería y jugaba con tu cabeza de una manera tan sigilosa que no te dabas cuentas hasta qué estabas haciendo lo que él quería y ya no había vuelta atrás.

Ese malnacido me debía demasiado. Pero una vez bajé la guardia con él y me lo arrebató todo.

No se va a repetir.

Pasé la imagen, Camille fue reemplazada por la imagen de su padre, el parecido entre ellos era muy evidente. La misma nariz afilada, la mandíbula marcada y la mirada arrogante y altiva. Pasé la imagen de nuevo. La pantalla se iluminó con los Mellizos Coleman.

Ellos eran mi siguiente objetivo una vez que acabara con los Miller.

Cambié de foto nuevamente. Dania Myers apareció en mi pantalla, esa hija de puta... La quería muerta. Pero primero quería que viera morir a toda su familia.

Cambié la imagen a la de Daniel Coleman. Tenía un porte serio e intimidante, pero su mirada no reflejaba lo mismo cuando aparecía en fotos con su esposa o alguno de sus tres hijos.

Volví a la imagen de Camille. Era demasiado para matarla.

Ella era mía.

No dejaría que ni siquiera la muerte la tocara, la haría sufrir y cuando estuviera satisfecho, la convertiría en mi mujer.

Accedí a la cámara que tenía en la habitación de Camille. Todo parecía estar en orden. Ella no estaba en su alcoba.

La cámara ofrecía una vista perfecta desde todos los ángulos de su habitación. Tenía un par de semanas sin verla. Prefería volver a verla en persona. No detrás de una pantalla que no le hacía justicia a ninguno de sus atributos.

Revisé los días anteriores sin ninguna novedad. Lo único que llamó mi atención fue el día de ayer.

Una mujer entró en su habitación con unas maletas.

Esa mujer.

La conocía a la perfección.

Lexa.

La sonrisa se dibujó en mis labios, pero a la vez el descontento y la furia que perpetuaba en mí hace años, despertó. Una vez más ella jugó conmigo.

Verdad (trilogía CM #2)Where stories live. Discover now