Una historia ambientada en la fantasía medieval donde los niños se forman desde temprana edad para poder convertirse en caballeros, pero solo uno de ellos podrá portar la poderosa Armadura de Albarna.
¿Quién será el elegido? ¿Habrá algún misterio tr...
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Un año transcurrió desde que Nedoc abandonó el equipo, ya tenían diecinueve años de edad y solo quedaban 42 participantes debido a que algunos se rindieron y otros murieron. Sin embargo, los que restaban eran los más determinados, aun así, a muchos les faltaba un largo camino a recorrer para poder, si quiera, llamarse caballeros.
Una de las pruebas más difíciles estaba por sobrevenirles, pues serían enviados por grupos a distintas ciudades con diversas misiones. Los equipos que tuvieran menos de cinco integrantes serían fusionados en esta ocasión para equilibrar los números. Al equipo diecisiete no fue necesario integrarlo a ningún otro, pues seguía contando con ocho partícipes y eran más que suficientes según dictaba la norma.
Esta vez tenían que viajar lejos a Ka-Bel, la ciudad aliada que estaba constantemente siendo asediada por los ejércitos de Borea, el imperio enemigo, e impedir que fuera completamente invadida. Los jóvenes comenzaron el viaje de ida después de montar las provisiones, armas y recursos al barco. Tres días en el turbulento mar pasaron hasta que pudieron llegar a la ciudad de Borbora en el país de Ka-Bel.
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Fueron escoltados por unos agotados soldados por todo el camino de la ciudad hasta el castillo y en el trayecto pudieron ver lo mal que estaba todo. Al llegar al palacio, el Rey estaba sentado en su trono con una expresión de derrota y los guardias parecían no poder dar más en la batalla. Era una condición gris para la asediada ciudad. Los jóvenes se pararon en formación frente a él, uno al lado del otro, y llevaron su palma derecha al pecho, mientras que la izquierda a la parte trasera de la cadera. En voz unánime dijeron:
— Magnova, gran imperio cuyas raíces son las grandes leyendas, ha tenido contemplación por Ka-Bel y ha enviado a sus guerreros de élite de la ciudad capital: Baria, con apoyo y recursos con el fin de poder hacer frente a los enemigos de Borea que quieren acabarlos.
El rey hizo una señal y con eso los guardias relajaron sus posiciones y dejaron de amenazarlos con sus lanzas. Elistan tomó la palabra y explicó:
— Hemos sido enviados para examinar la situación de la ciudad y ver qué podemos hacer, pero antes necesitamos saber a detalle lo que ha estado ocurriendo.
