11. Redención

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Kadir llegó a Ka-Bel agotado por el largo viaje y el sol de mediodía. Le dio de comer y beber a su caballo y se dirigió a una panadería a la cual nunca antes había visitado. Se acercó a los clientes y preguntó por Silón, el destinatario de su correspondencia; estos le indicaron que era el hombre tras el mesón, el que acomodaba los panes frescos en las canastas. Se acercó a él y le preguntó:

 Se acercó a él y le preguntó:

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— ¿Es usted Silón?

— No hay uno igual —respondió el alegre gordinflón, acomodando el último pan en la canasta—. ¿Quieres una orden grande de estos? Crujientes por fuera y blandos por dentro.

— No, he venido por otro asunto. Itsen me pidió que le hiciera llegar una carta. —Kadir vio cómo el hombre se alegró.

— ¡Oh, Itsen! ¡Cuánto tiempo sin saber de él! Es un gran muchacho. Él y Rahmax solían devorar todos mis panes cuando venían de visita. Me tiene olvidado, pero al menos me ha mandado correspondencia. ¡Es un día para celebrar! Pequeña, ¡ven aquí!

La joven Celina salió de dentro de la panadería cargando una bandeja repleta de contenedores de mermeladas. Su aura era brillante y su sonrisa no se apagaba. Silón alzó su mano y le pidió:

— Tráele a este joven el pan más caliente que hayas sacado del horno, también la mermelada más fresca, crema de leche y un poco de vino. Ha hecho un largo viaje solo para entregarme correspondencia de Itsen.

Celina sonrió más amplio al escuchar eso, miró a Kadir para grabarse su rostro y asintió, para luego hacer todo lo que él le había pedido. Cuando ponía todo en la mesa, ella le dijo:

— Disfrute de su estadía aquí, los panes de Silón son los mejores.

— Gracias y disculpe las molestias. ¿Cuál es el precio de todo esto?

— ¡¿Qué tonterías dices?! —vociferó Silón—. Los amigos de Itsen son mis amigos. Va por mi cuenta.

— ¿Cómo se encuentran Itsen y los demás? —preguntó Celina, sentándose al lado de Kadir—. Tenían mucho tiempo sin escribir.

— Todos están bien. El general Itsen ya ha mandado correspondencias antes a Ka-Bel, pero es la primera vez que lo hace aquí.

— ¡Conque así son las cosas! —masculló Silón—. Seguramente debe tener por ahí una enamorada y no ha querido decir nada. ¡Ese muchachito!

— Ya te imagino haciendo toneladas de pan para su boda, Silón —risoteó Celina—. ¿Cuándo vuelves a Borea? Me gustaría enviarle una carta al caballero.

— Mañana por la mañana, estaré en una hostería cerca de aquí —respondió el mensajero, probando de la mermelada.

— Oh, espero que sí me dé tiempo escribirla —poniéndose de pie para seguir llevando las mermeladas a los clientes.

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⏰ Última atualização: Apr 22, 2023 ⏰

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