Capitulo 3

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La visualización en la carretera se vuelve cada vez más complicada y las sombras de Sam se agitan a su alrededor, sus tres víctimas contemplándola como una presa. Trata de remover todo su cuerpo para intentar ahuyentarlos, sin resultado alguno.

Ahora es ella la que se mece con fuerza. La oscuridad se transforma en un paisaje movido lleno de colores fríos.

—¿Hey, estas bien? Parecías tener una pesadilla bastante desagradable —pregunta Sidney mientras sigue conduciendo bajo la pesada lluvia.

Era ella la que había mecido su cuerpo para despertarla de su letargo. Sam no recordaba haberse dormido, pero le aliviaba que esos fantasmas no le acompañaran más.

Se estiro perezosamente sobre el asiento, miro su aspecto en el espejo y el reflejo la hizo sobresaltarse.

—¡Mierda!

Agacha la mirada, tratando de calmarse. Creía que se había desecho de todos sus fantasmas, pero había olvidado que todavía quedaba uno que la perseguía incluso estando despierta.

Desgraciadamente su reacción llamo la atención de Sidney, quien miraba preocupada ahora por el espejo, seguramente pensando que alguien las seguía.

—¿Qué pasa? ¿Has visto algo raro?

—No, no... —Sam piensa en una mentira rápido—. Me pareció ver un bicho y resulta que solo era una mota de polvo. Aún estoy medio dormida —finge una sonrisa.

Pero queda claro que Sidney no le cree una palabra en cuanto aparta la mirada de la carretera un segundo para mirar a Sam a la cara.

—Tengo 3 hijos, Sam. Estoy entrenada contra las mentiras. ¿Ves a Billy, verdad?

Sam la mira asombrada.

—¿Cómo has sabido que... —quiere preguntar, pero Sidney le interrumpe.

—Nunca olvide lo que dijo Richie en la casa de Stu Macher.

—Debes pensar que estoy mal de la cabeza —suspira a la vez que se abraza las rodillas.

—Creo que eres una persona que se autocastiga bastante, y su imagen te persigue porque de cierta manera sientes que no puedes despegarte de él.

—Eso no contesta a lo que he dicho —agrega con pena.

—No, no creo que estés loca. Es más, te contare algo por si te sirve de consuelo. Yo nunca le he visto, pero si oído. Antes recordaba los buenos momentos, los malos... estos últimos simplemente se habrían paso en mi cabeza como un eco, una y otra vez. Soñaba con mi madre... aunque más bien eran pesadillas. Con el tiempo y la ayuda de mi marido termine superándolo. Aunque tengo que admitir que algunas noches el pasado todavía me acosa.

—Claro que no puede olvidarme, y contigo a su lado no lo hará jamás —ríe Billy desde el asiento trasero.

Sam saca el frasco de pastillas que guardaba en el bolsillo de su chaqueta, saca una y consigue tragarla después de mucho esfuerzo. Está claro que Sidney quiere preguntar que son, pero se muerde la lengua y vuelve a centrar la vista en la carretera. A los pocos minutos entran en un pequeño caminito que les lleva hasta una gran casa acristalada en mitad del bosque.

—¿Vives aquí? ¡Es impresionante! Si los chicos vieran esto seguramente les daría algo, o seguramente no tardarían nada en montar una fiesta. Aunque por supuesto, por mi parte no les dejaría. Ya he comprobado que una fiesta en un lugar apartado es una muy mala idea, por muy rodeado de gente que estés.

—Ahí estamos totalmente de acuerdo —aparca el coche y en cuanto sale de el, añade—: Bienvenida a nuestra casa de verano.

Saco la bolsa del maletero y en cuanto Sam alza la vista puede ver luces y movimiento en el interior, seguramente se trate de su familia.

EL REFUGIOWhere stories live. Discover now