Capitulo 25

112 10 46
                                    

—¡Lárgate de aquí! —amenaza intentando coger el mando para alertar de una emergencia.

Stu levanta las manos de forma conciliadora, agarra una silla y se sienta frente a la cama de Sam. Dejando distancia necesaria para no resultar intrusivo.

—Tranquila, no tengo ninguna intención de hacerte daño —la observa con cariño—. Te admiro de verdad.

—¿Qué quieres decir?

Se revuelve incomoda en el sitio. Apoya la mano sobre el colchón en un intento por incorporarse más, cuando nota su móvil debajo de esta. Busca el número de Sidney a tientas y lo marca, rezando por que la escuchara.

—¿Sam, ocurre algo? —suena su voz débilmente bajo la sabana.

Para su suerte el no parece escucharla y sigue con la conversación.

—Tuve el placer de seguirte la pista en NY. Lo que hiciste en Woodsboro, en mi casa...

—Ya no era tu casa, pertenecia a los Freeman —replica seriamente.

—¿Y no te has podido plantear que yo nunca me hubiera ido de allí? —pregunta socarronamente.

—¿Estabas allí? —gruñe—. ¿Fuiste parte de aquello?

Su sangre se enerva al pensar que quizás aquel hombre que tenía delante fuera una especia de titiritero en lo ocurrido aquel año, con su hermana, Dewey...

—No, ya te lo he dicho. Jamás podría tocarte un pelo, eso incluye a cualquier persona que te importe. No podría, si te hiriera sería como hacérselo a mi mejor amigo.

Esas últimas palabras sonaron contenidas, tristes y falsas. Como si hubiera querido decir otra cosa, pero su mente lo recolocara en el último segundo para obtener un significado diferente.

—¿Entonces qué has querido decir? —espeta impaciente.

Stu nota la irritación de la chica que tenia delante y se echa a reír.

—Vaya, ahora sí que sin lugar a dudas me queda claro que eres su hija, tenéis el mismo carácter —se frota la nuca, su mirada expresa la nostalgia de su corazón—. Es cierto que cuando se desarrolló aquel 3 acto en Woodsboro yo no estuve presente, pero una persona cercana a mi si, fue quien me lo conto todo. Al principio pensé que me mentía, venga ya... ¿el mismísimo Billy había preñado a una del instituto que no era Sidney y decidio no contarmelo? Al final, cuando salió el último libro de Gail Weathers, confirmándolo, seguía sin poder creer que era cierto. Teníamos secretos más jodidos que ese, ¿Por qué me lo escondio? —su semblante se muestra triste—. Aunque quizás él tampoco lo supiera —sopesa.

Sam también se queda pensante ante ello, el diario de su madre nunca revelo nada sobre ese tema. Deseaba que su padre estuviera vivo aunque solo fuera un instante para preguntarle sobre ello. Por otro lado había otra persona que podía ofrecerle esa respuesta, su misma madre. Aunque después de aquel último encuentro no sabía si volvería a verla.

Por el rabillo del ojo ve como la puerta se abre despacio. Sidney entra silenciosamente en ella, sacando rápidamente su arma al ver a Stu. El hombre estaba por girarse y encontrarse cara a cara con ella. Por lo que la joven opta por despistarle con una pregunta más, una que se hacía todo el mundo.

—¿Cómo es posible que estés aquí?

Stu vuelve su mirada a ella, confundido ante la pregunta.

—Quiero decir... sobrevivir a las puñaladas que te provoco mi padre, el golpe de aquella televisión sobre tu cabeza. Por no mencionar que dudo que hayas estado en prisión todos estos años, Gail lo habría averiguado.

EL REFUGIOWhere stories live. Discover now