Quackity x tú || 𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐏𝐎𝐑 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎

XXII. 𝑺𝒑𝒚

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❝【 𝑺𝒑𝒚 】❞

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Me di cuenta que a diferencia de la última vez que me subí a un avión y llegué a la casa de Quackity, me sentía como una completa extraña. Ahora no, ahora que era la segunda vez que volaba a Los Ángeles y llegaba a su casa, me sentía como si fuera mi hogar. Me sentía afortunada.

Entré a la casa y deje la maleta a lado de la puerta. Había sido divertido el viaje y grabar un video con la comunidad angloparlante, pero ahora me tenía que concentrar en otro aspecto fundamental de mi vida, y son los estudios.

— ¡_____! — gritaron mi nombre, haciéndome saltar poquito por el susto.

Quackity había escuchado que abrí la puerta antes, por lo que se apresuró a bajar las escaleras con rapidez. Incluso se saltó los últimos dos escalones para correr hacía mí, como si fuera a desaparecer o algo.

— ¡Llegaste! — exclamó, abrazándome en un movimiento repentino.

Era mucho entusiasmo el que desprendía Alex, pero aún así no me negué a corresponder su abrazo. Mucho menos ahora que me sentía atraída por él.

Al separarnos del abrazo me giré a dejar las llaves de la casa en un mueble que tenía cerca, después volví a quedar cara a cara con el azabache.

— Llegué y me voy. — solté la notica, sonriendo con nerviosismo. — Tengo que viajar.

Automáticamente noté como Alex pareció fruncir su ceño. Decidí ignorarlo cuando un aroma llenó mi olfato, hipnotizándome y volteando a todos lados para intentar descifrar de donde provenía.

Sonreí ampliamente cuando vi dos ramos de lirios blancos en la mesa, unas hermosas flores blancas. Caminé rápidamente para admirarlas y Quackity me siguió el paso.

— Que lindas... — susurré, acercándome más para oler la fragancia que desprendían. — ¿Me las compraste tú, Quacks?

Voltee a sonreírle felizmente al chico, estaba segura que me encontraba sonrojada por la idea de que él me las hubiese regalado.

— En primera, no están tan lindas, ¿okey? — hizo una pequeña pausa. — Y en segunda... no, no te las di yo.

Me sentí increíblemente tonta y avergonzada por haberle hecho esa pregunta. Sin embargó, si él no me las había dado, ¿quién?

Busqué algún sobre o nota dentro de las flores y las encontré, pero extrañamente estaban guardadas en un sobre de "Cars" en lugar de un sobre elegante como pensé que estarían.

— ¿Por qué dentro de un sobre del Rayo McQueen? — pregunté al aire, examinando el sobre y abriéndolo de poco a poco.

— A-a lo mejor se les acabaron los sobres bonitos. — responidó titubeante. — Yo que sé, no me preguntes, n-no es que sepa algo.

— Okey...

Lo miré con extrañeza antes de abrir el sobre y sacar la nota. Era una nota corta con lenguaje formal. La leí lentamente, admirando el papel y su extraña textura...Hasta que llegué al final.