Quackity x tú || 𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐏𝐎𝐑 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎

XXXXI. 𝑫𝒆𝒂𝒍

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❝【 𝑫𝒆𝒂𝒍 】❞

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Quackity:

Me hubiera gustado dormirme unas setenta mil horas más, pero recordar las pinches vergüenzas que tuve que pasar con _____ me hicieron despertarme muy temprano y reflexionar sobre mi propia existencia.

Me refiero a, ¿ponerme una cobija como si fuera una capa? ¿Una historia de una mariposa? ¿De que chingados me había drogado?

Volví a mirar el reloj de mi mesa de noche, para apreciar que los minutos pasaban y pasaban y yo no hacía nada más que seguir recordando mi falta de dignidad.

Fue ahí cuando decidí pararme de mi cama, ponerme cualquier cosa y bajar las escaleras hasta llegar la cocina. Cuando llegué comencé a hacer un desayuno especial a mi novia. Le hice quesadillas, le pique fruta y agarré un jugo de cartón, pero se lo vacié en un vaso de vidrio para que se viera más elegante.

Era un detalle que quería hacerle por haberme cuidado y atendido cuando estaba enfermo. Lo apreciaba mucho, la apreciaba mucho a ella.

Subí con la bandeja de comida los escalones hasta llegar a su habitación. Antes de entrar puse una oreja pegada a la puerta para saber si estaba despierta o no. Al no escuchar ni un ruido deduje que seguía dormida, por lo que me animé a abrir la puerta y entrar.

Me acerqué hasta su cama y sonreí al verla tapada completamente con su colcha. Dejé la bandeja del desayuno en su cama y me agaché hasta acercarme más a ella.

— Buenos días, mi amor. — susurré con ternura.

_____ se removió en su lugar, lo que me hizo reír en silencio.

— Despierta, te tengo una sorpresa. — pedí.

Poco a poco noté como iba recobrando la conciencia y se despertaba. Cuando por fin despertó, se destapó la colcha de su cara, haciéndome retroceder unos pasos.

— ¡Virgen de Guadalupe! — exclamé, asustado. — ¿Quién eres y qué hiciste con mi novia?

— Soy Adriana, Alex. — respondió la chica, bostezando en el proceso y viéndome mal. — La manager de _____, ¿recuerdas?

— Ah.. sí. — me aclaré la garganta. — Perdón, no procesé bien tu cara.

Adriana me sonrió, pero de esas sonrisas falsas.

— ¿No te dijo que me quedaría a dormir? — preguntó después de un silencio en donde ninguno hablaba.

— Sí, pero pensé que estarías durmiendo abajo, en el sofá... — contesté honestamente.

De nueva cuenta la chica me miró mal, y esta vez me rodó los ojos.

— Le pedí dormir en su cama. — explicó simple. Sus ojos se trasladaron hacía la bandeja de comida que tenía frente a ella. — ¿Uh? ¿Es para mí?

— No, es-

— ¡Muchas gracias! — me interrumpió antes de responder, tomando la quesadilla en forma de corazón que le había cocinado a _____, y comiéndola. — Esta muy buena. Que buen anfitrión eres.