Dreiundzwanzig.

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—Quedó horrible.. —Dijo disgustado el europeo mientras miraba entre sus manos un pésimo intento de bufanda que apenas tenía forma decente, por lo que chasqueó los dientes con algo de enojo y cortó la lana para comenzar nuevamente—.

—Pero no peor que el árbol, tendré que talar esta cosa. —URSS bufó mirando el tronco calcinado y casi partido a la mitad frente a él y a unos cuantos metros de la cabaña, además para mayor fastidio todo estaba lleno de hielo y barro por lo que su botas estaban sucias y el otro se había quedado en el pórtico reteniendo al cachorro—.

—¿Lo harás ahora o esperarás a luego del almuerzo? —El rubio apartó su vista de la lana para observar al de ushanka que pateaba el tronco buscando tirar abajo la parte más quemada para perder menos tiempo talando—.

—Luego puede volver a diluviar, lo haré ya mismo —Bufó el de ojo hielo girándose para acercarse a la cabaña en busca de sus herramientas del sótano donde habían estado hasta esa mañana, el frío le daba igual pero las lluvias producían molestas capas de hielo que se debían quitar constantemente—.

—Bueno, entonces cocinaré algo mientras tanto —Reich alzó los hombros dejando de lado su total fracaso con el arte de tejer y comenzó a pensar rápidamente qué podría hacer con toda la carne que había almacenada en la alacena—.

—Mejor vete a bañar, no seas tan europeo —El mayor soltó subiendo los escalones, esperaba no tardar mucho tiempo porque solo quería descansar en su maldita cama por lo menos un rato antes de que seguro viniesen a joderlo todos esos hipócritas debido a la aún existencia del fascista que alojaba en su propiedad—.

—Yo no huelo mal —Inmediatamente el de esmeraldas lo alcanzó para defenderse de tal acusación, su gente como tal siempre había sido muy estética y sobre todo él que se arreglaba con lo poco que le cedió el contrario incluso para estar allí sentado en el mismo sofá— Simplemente no iba a arriesgarme con esos dos afuera, podrían haberme apuñalado o algo.

—Sí, claro —Con una corta risa seca expuso su sarcasmo mientras bajaba la escalera al sótano para tomar su caja de herramientas, pero al volver al nivel principal se topó cara a cara con el de esvástica que aparentemente ofendido le dio un par de picoteos al pecho usando el índice de su diestra—.

—Oye, no insinúes que soy un desaseado —Dritte hizo una mueca frunciendo los labios y cejas de sobre manera como si fuese un niño haciendo berrinche, lo cual era algo bastante similar a su actitud actual—.

—No sé, pero la primera impresión que tuve de ti fue la de alguien metido en un charco de barro —Aquél recuerdo fue lo primero que apareció en la mente del eslavo, eran apenas dos niños que aún portaban los escudos imperiales de sus padres en el rostro y debían comportarse como muñecos de pastel—.

—Porque tu Borzoi me empujó apenas se acercó a mí, no estaba loco como para ensuciar mi traje nuevo de esa manera —Recordaba bien esa risa burlona emitida por el príncipe ruso la primera vez que se vieron, ni siquiera pudo enojarse por lo del perro pues las gélidas gemas ajenas se robaron toda su atención en un segundo—.

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Castillo Neuschwanstein — Schwangau, Territorio Germano — 1903.

—Mi padre me había dicho que los europeos tenían costumbres raras, pero no creí que tanto —El mayor entre ambos colocó ambas manos en cada lado de su cintura haciendo una pose de superioridad en lo que arqueaba una ceja algo burlón, pero extrañamente no recibió una respuesta del más bajo así que habló nuevamente— ¿Eres mudo, cabellos de sol?

—..Que bonitos ojos.. —Murmuró el albino aún sentado sobre el charco de barro, de hecho se había olvidado totalmente de ello por estar analizando las facciones del otro niño desconocido que estaba en su jardín haciendo desorden con un esbelto perro blanco—.

—¿De.. de verdad eso crees? —Con actitud ya domada el azabache tragó en seco sonrojándose ante el cumplido, no solían hacérselos con frecuencia debido a su comportamiento caótico así que cayó rápido ante el germano de expresión delicada—.

Desde ese momento el príncipe alemán se robó el corazón del intrépido jovencito que iba en contra de cada regla que le ponían los Zares y su padre, mostrando tranquilidad y modales únicamente ante la sonrisa tímida del más bajo. Pasaron casi toda su vida juntos hasta el momento en que estalló la guerra entre ambos sin dejarles más salida que acabar con en otro sin opción, abandonando recuerdos y anhelos al igual que muchos otros en el nombre de su nación, nunca pensaron que podrían volver a mirarse a los ojos como en el antaño donde su única preocupación fue verse bien para la visita de quién desbocaba sus corazones.








A mi querida Berlín;

Hoy es tu cumpleaños número dos, decidí que lo mejor sería pasarlo solos en la casa de campo que renté esta semana cerca al Berghof, la tranquilidad que emana el paisaje de este lugar siempre ha sido mi favorita y verte corriendo tras los peludos conejos sin duda será uno de los recuerdos más hermosos que hay en mi memoria.

Intenté contactar a su padre URSS nuevamente, pero mis cartas nunca obtienen una respuesta.. quiero que se conozcan, incluso si debe ser a escondidas no importa, solo quiero volver a verlo y que sepa que tenemos una preciosa hija en común. Espero que cuando tengas más edad todo esto ya esté resuelto y lo entiendas mejor, mientras tanto yo te cuidaré con mi vida.

—Feliz cumpleaños mi amada princesa, con cariño, Papá Dritte Reich.

Rebirthing [T.R × URSS]Where stories live. Discover now