CAPITULO 4: TUS PALABRAS

21 2 0
                                    


"Palabras tan dulces que salieron de labios tan hermosos que no pude tocar"


El amor es tan complicado de entender, más que todo cuando uno termina de enamorarse.

Y cuando el amor llega al corazón de una persona, esta puede llegar a hacer maravillas.

A Ahara le gustaba escribir, más que todo escribir historias trágicas. Ella nunca había escrito nada romántico, sin embargo aquella noche simplemente le llegaron las palabras directo del corazón, y por primera vez en su vida, le escribió una carta, plasmando sus palabras en una hoja de papel; palabras que nunca le pudo dedicar y papel que nunca pudo llegar a sus manos.


"Hay una persona por la que simplemente daría todo, no porque me haya cambiado o salvado de mi desesperación, nada de eso. Simplemente porque es ella.

Por sus ojos sonrientes al mirarme y su voz a través de aquella tela azul que nunca se quitó frente a mí, que hace que son cada palabra, por más dulce, extraña, graciosa o turbia que diga, hace escuchar mis propios latidos.

Querida mía...tardé dos largos meses y dirigirte una palabra mía y si me lo permites, te debo una disculpa, por ser tan cobarde frente a una lindura perfecta que bendecía mis cansados ojos por tanto mirar una pantalla sin sentido buscando a lo que creía ser el amor de mi vida. Entablando cada conversación sin darle un sentido a mi vida hasta que pude divisarte aquella mañana al oír tú muy particular y único nombre: Iria.

Me interesaste desde el primer momento que te vi entrar en ese espacio estrecho, utilizando un porte elegante y tímido, que a primera vista hacías que me quite los anteojos para verificar si estaba frente a un ángel.

Debo admitir que después de dos meses de preparación mental llegó ese hermoso momento en que invadiste mi mente con tu voz, grave, y también debo admitir que tu hermosa; no tienes la mente de un ángel, sin embargo debo informarte que no he sido muy fan de los muy amados ángeles, y esa fue otra razón para amarte más, y más y más y más, mientras transcurrían los días y pocos minutos que pasaba a tu lado.

Hermosa, no me he cansado de esperar que algún día seas tú la que se acerque a mí y me deleites con un: "Hola". Pero ten por seguro que yo siempre vendré hacia ti, no importa si mi mañana haya sido una decepción total, vendré hacia ti para escuchar tu voz, para estar contigo los pocos minutos que nos quedan y hablar...escucharte, no me cansaré de escucharte, porque con cada segundo que escucho tu voz, más fan me vuelvo de ella.

Amada mía, entiendo que este lado mío tan sentimental y llena de palabras que presencialmente jamás diría, te dejaron pensando que soy una persona muy distinta, pero yo me muero por decirte todo esto frente a ti.

Hubo y hay una persona, que por primera vez me hizo decir palabras, que hace dos meses jamás hubiera mencionado. No queda más que decir que te amo pequeña, eres la razón de levantarme contenta todas las frías mañana solo para verte"


Pero lo creas o no, Iria si había leído esas palabras, había leído tan atentamente, sin darse cuenta que esa carta era dirigida a ella.

Los días continuaban, ellas usualmente acostumbraban conversar más por mensajes. Y mientras más convivían, Ahara sentía que tenía más oportunidades de que Iria aceptara ser su pareja, pues eran los pequeños gestos, las simples palabras, e inclusive las imágenes que compartían, o los estados que Iria le respondía; lo que a Ahara le daba alegría y por ende, se enamoraba mucho mas de ella.

Iria: Eres bonita.

Iria: Más bonita que la mayoría de personas que conocí.

Y cabe destacar que Ahara vivía con el constante sufrimiento de verse mal. Es decir, desde muy pequeña había desarrollado los complejos sobre su físico y su baja autoestima. Eso más que todo porque Ahara subía mucho de peso, tal vez esa haya sido la razón por la que ella sentía que no era amada por nadie. Pero hubo alguien que le brindó una pequeña parte de su autoestima, y ese era Iria.

Iria: Te he visto de todos los ángulos posibles.

Iria: Me la paso viéndote en el recreo.

Iria: Y te ves tan linda como una rosa floreciendo en primavera.

•┈┈·┈•••┈┈┈••✦ ✿ ✦••┈┈┈••┈┈·┈••

Pero no fue solo eso, lo que hizo que Ahara se enamorara más y más. En aquel momento ambos eran muy amigos en el colegio, a veces charlaban, aunque era Ahara quien comenzaba las conversaciones casi siempre, ya sea para contar anécdotas sobre sus compañeros o como ellas lo llamaban...chisme. O a veces simplemente comenzaba con un: "Hola".

Un medio día así de especial como los otros que pasaba a su lado, Ahara estaba algo ansiosa y curiosa, pues noche antes su amado le había hecho una pregunta algo extraña.

Iria: ¿Puedo darte un regalo?

Ahara: No es mi cumpleaños...

Ahara: Pero sip.

Y esa tarde, Iria le entregó un regalo, con empaque de papel café envolviendo lo que sería el tesoro más grande de Ahara en el futuro.

– Dijiste que te gustaban este tipo de libros...de hecho mi prima me lo dio hace tiempo...pero el contexto de la historia no le gustó a mi mamá y es mejor regalártelo a ti que tirarlo. – expresó Iria en voz baja.

Y al solo ver la pequeña parte de la portada de ese libro, Ahara quiso llorar, se emocionó al punto de soltar un suave grito agudo.

– ¡Ah! Pero no se muestres a tu mamá, ya sabes que el contexto es extraño.

– No lo haré, tengo muchos de estos libros en casa, mamá ni siquiera se fija en eso, enserio...atesoraré esto por el resto de mi vida, ¡es un tesoro!

Iria simplemente la miró y sonrió, esa había sido una buena decisión, estaba feliz de ver a Ahara emocionada, pero no demostró precisamente eso, solo se mostró tranquilo.

Y en ese instante Ahara pensaba: "Aquí si es...". Una joven amante de los libros como ella, y recibir un regalo tan hermoso como ese, era tan conmovedor. Ahara en ese pequeño instante quería declarar su amor, quería decirle que había estado enamorada de Iria por meses, que su corazón solo latía al escuchar su nombre, al solo pensar en ÉL.

Pero no iba a hacerlo, al menos no ahora.

•┈┈·┈•••┈┈┈••✦ ✿ ✦••┈┈┈••┈┈·┈••

Por el momento, Ahara solo quería acercarse a ella lentamente, seguir disfrutando de ese ambiente de confianza que había creado, Ahara tenía miedo del rechazo, siempre era de las personas que se arriesgaban con una victoria segura, pero en ese momento ella no sentía ese presentimiento de victoria, no lo iba a hacer aún, no iba a arruinar una amistad.

– ¡Hola! ¿Escuchamos los audios que me envió este chico?, es de México – dijo Ahara apenas llegó a sentarse a su lado.

– ¿Ah? Está bien. – dijo en aquel tono de voz que le encantaba, de hecho, todos los tonos de voz le encantaban.

Al terminar de escuchar, solo se quedaron calladas por unos segundos.

– ¿Te gusta ese chico? – preguntó Iria, tal vez si la respuesta era positiva, ella se rendiría con Ahara, porque los sentimientos de Iria estaban floreciendo de a poco.

– ¿Qué? No, para nada, además, le dije que me gusta un chico de la escuela.

– Y... ¿Cómo te gustan los chicos físicamente?

– Pues...

Ahara no supo que responder en su momento, ¿Cómo iba a explicarle que no le gustaba nadie que no sea ÉL?

– Casi nunca le presté atención al físico de un chico, pero yo creo que el cabello y el corte pueden definir algo del atractivo, me gustan los de pelo medio largo.

– ¿Ósea cómo? ¿Cómo más o menos? – Iria parecía muy interesada en su respuesta.

– Pues, un corte como el tuyo – dijo Ahara algo nerviosa, tenía tantas ganar de decirle cuanto la amaba en ese momento, pero no iba a hacerlo. 

VIDA DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora