Capítulo 12

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Sandy deslizó su teléfono en el bolsillo de su falda, se sonrojó y revisó su maquillaje una vez más. Maldición, Mitch realmente había manchado su lápiz labial. Se alisó la mancha con las yemas de los dedos y sonrió al recordarlo. El buen sexo siempre la ponía de humor para una operación. Su piel hormigueaba, y su corazón se aceleró, y no podía esperar a ver qué sucedía. Ser policía fue lo más divertido que había tenido, excepto, por supuesto, cuando estaba en la cama con Dellon Mitchell.

Volvió a salir, pidió un gin-tonic—lima extra y poco hielo—y la llevó de vuelta al bar para mirar la habitación. Todavía no hay mucha gente,—solo la mezcla habitual de traficantes de drogas, ciclistas, un par de chicas trabajadoras, y aquí y allá unos cuantos tipos con camisetas muy limpias y jeans de marca que no encajaban bien en el lugar. No turistas o universitarios que buscan anotar drogas o niñas, pero tampoco bajos ingresos. Esos fueron los que le interesaron. ¿Qué estaban haciendo aquí?

No veía a quién estaba buscando, pero tendía a ser afortunada y paciente. Demonios, estaba adentro, caliente y seca, y no trabajaba en su espalda. Podría esperar para siempre a este ritmo. Así que cuidó su bebida y se aseguró de que cualquiera que mirara en su dirección viera a una chica de la calle que no estaba lista para comenzar a ganar su salario nocturno. Mientras tanto, encontró un pequeño dulce para los ojos para aliviar la espera.

En el otro extremo de la barra, Mitch estaba hablando con una joven mujer negra con un top halter plateado que apenas cubría sus pezones, y unos pantalones vaqueros tan bajos que se le notaba la raja del culo. La chica se estaba inclinando tanto que Mitch probablemente podría haber metido la lengua entre sus tetas. Sandy pensó que hacía calor. A la chica también le gustaba el aspecto de Mitch. Tenía su mano sobre su brazo y él se reía. Sip. Definitivamente caliente. Sandy se inclinó un poco más para poder vigilar la puerta y mirarlos por el rabillo del ojo.

Diez minutos después, la rubia de la foto entró por la puerta. Rápidamente, Sandy le dio la espalda a la habitación, se apoyó en la barra y mostró un pequeño escote. El camarero, un tipo blanco musculoso y sin mucho pelo, que lo compensó con un bulto tan grande en sus pantalones que se preguntó si era real, se acercó, apoyó el codo en la barra y miró la camisa.

−Te conozco, ¿no?−Dijo. Cuan original.

−No de la forma en que piensas.−Sandy le sonrió y observó a la rubia hacer un rápido recorrido por la habitación y acercarse al bar para tomar una copa.

−¿Cómo sabes lo que estoy pensando?−Dijo, en lo que probablemente pensó que era una voz baja y sexy.

−Bueno, puedo decir por la forma en que miras mis tetas. Él rió.−Bebé, si no vas a hacer nada más tarde...

−Tengo que revisar mi lista.−Se echó a reír y él le guiñó un ojo y se movió por la barra para tomar la orden del rubio.

Sandy se volvió casualmente, ladeó la cabeza y dijo:−Oye, ¿te acuerdas de mí?

La rubia no respondió por un segundo, como si no estuviera segura de que Sandy estaba hablando con ella. Finalmente la miró con una sonrisa desinteresada en su rostro y dijo:−Creo que te equivocaste de amor, cariño.

−No, no lo creo.−Sandy puso tanta ansiedad en su voz como pudo. Un poco de aire también. −Déjame pensar...fue marzo, tal vez.−Mostró una sonrisa orgullosa.−¡Si eso es! Marzo. Marcha en la universidad. Ya sabes, cuando el tipo de... Intensity America...estaba allí hablando.

−Te refieres a Identity America,−dijo la rubia, un poco más interesada ahora pero aún sospechosa.−¿Tú estabas ahí? No te recuerdo.

−Oh sí. Estaba de pie, como, justo cerca de ti.

11 - COSTE DEL HONORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora